martes, 1 de septiembre de 2020

ANA MONTOJO VERBALIZA EL DOLOR Y EL AMOR


Félix Maraña

No hay momento más emotivo que recibir a un ser querido, leer un poema con uno mismo, a solas, y abrir un paquete de emociones, donde sabes que vienen nuevos libros a quererte. Sabes que son libros, sí, pero abres el paquete como el niño que cree en los reyes magos, o en Olentzero y, aunque sabe que le traerán lo que ha pedido, por haber sido bueno, tiembla ante la tensión del momento. Pero la emoción crece si el libro de poemas que abres lleva el nombre de un niño, "Jaime", que se durmió para siempre un día que cambió la historia de su madre, la autora de esta gavilla de poemas, Ana Montojo. Es un poemario donde se palpa el dolor, pero lo supera o sublima la atmósfera de amor de una madre, que hace crecer, año tras año, la figura de aquel hijo que murió con ocho años, para incumplir la norma vital de la Naturaleza. Amar de esta entraña, la de una madre, "huérfana de hijo", como califica Tulia Guisado, autora del prólogo de este libro publicado por Lastura (2015). Una madre que escribe a su hijo para prorrogar la sangre, humedecer las horas, certificar que amar, como ama madre, nadie. Jaime no tiene certificado de defunción. Está dormido, y no acude a la cita con los Reyes Magos, pero su madre se encarga de recordarnos que el amor es superior al desgarro. Porque nunca morimos, si nos aman. La poesía recompone la vida con más intensidad que la historia formal. Un día hermoso, emotivo y recogido en la intensidad de los verbos, los versos y la verbalización del dolor y del amor.


DdA, XVI/4599

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