viernes, 21 de agosto de 2020

MÁGICA FUE LA NOCHE (Luis Pastor y Lourdes Guerra)


Valentín Martín

No pintó bien la mañana. El escribidor se levantó muy temprano. Lo hace siempre desde que abandonó la asfixia del covid tres meses después, quizás como un infantilismo atroz a sus años de ansia por aprovechar el tiempo. Se niega a decir qué más da, si la arena de la vida se va a escurrir quieras o no quieras, hermano. 
El caso es que se fue al parquecito para niños, donde el suburbio termina y empieza el campo. Y allí caminó como cada mañana, solo y a salvo y con su mascarilla, minuto sobre minuto, metros sobre metros, mientras la ciudad dormía y no había gallos que la despertasen. Pero de pronto apareció la mujer. Sin mascarilla, profanando el sagrado terreno de él y de los nietos que vendrían más tarde. La mujer abrió la cajetilla, sacó un cigarrillo, y se puso a fumar al lado del escribidor. Un escribidor solitario, de natural pacífico, pero que esta vez se le hincharon las venas del cuello, engordaron sus criadillas, y como un mozo de aguardiente se fue a por la faltona:
 -Agradezca primero que un hombre como yo se pare a su paso. Pocas ocasiones tendrá como esta. Pero escuche lo que le digo, métaselo en la sesera (la sesera es la parte de arriba, señora) y no sea tan irresponsable de venir sin mascarilla y con un cigarro a joderme la vida que casi pierdo, y la mañana que me merezco. Hay 100.000 madrileños malheridos por el coronavirus, 1.000 están sufriendo en los hospitales, hoy la cifra de muertos es de 152. Si quiere matar alguno más, fúmese a su marido, verá usted cómo siendo viuda puede ser la reina de su casa. 
Pero llegó la noche y se abrieron las puertas del cielo. Fue en otro parque de aire puro del barrio de Hortaleza donde se confirmó que Tubinga tiene que enseñarle mucho a Sumeria. Ante las dificultades de la poesía por hacerse presente, la música de Luis Pastor y Lourdes Guerra abrió fuego y, como decía Isabel Escudero, disparó al aire que Dios está en todas partes. 
El parque se llenó de normas y devoción, cayó sobre él la alerta del silencio, sonó la voz de Luis Pastor, enseguida el correo de su guitarra anunció buenas nuevas. Y ya empezó a cantar ese extremeño de Berzocana en Madrid. Lourdes Guerra, que sabe lo que es acompañar un sueño, se puso a su lado. Y todo fue la magia que se supone que existe. Y existió. Porque no había forma de que el concierto acabase, ni ellos ni todos los que abarrotabamos el parque (guardando las normas) queríamos que la vida se parase sino que siguiese hasta cuando el mundo se volviese a casa y nos dejase en el placer dulce de su música y su poesía. 
Creo que Luis Pastor no cantaba en Madrid desde el 1 de Febrero. El santoral está lleno de pequeños crímenes como esta ausencia tan larga que nos impide acercarnos al paraíso y entrar en él. La voz de Luis Pastor sigue teniendo 20 años. Lo vimos todos cuando alguien le pidió que cantase “Vengan a ver” y lo cantó, aunque al terminar dijo con mucha sorna que le dolía el codo. El derecho, claro. 
El concierto de Luis Pastor y Lourdes Guerra dio para mucho, aunque al escribidor se le hizo poco, y la boca agua. Antes habíamos charlado y yo le espeté que admiraba su prodigiosa memoria. Y él fue muy claro: mi memoria es larga porque es una memoria musical. Canciones de “La paloma de Picasso”, otras nuevas y antiguas, destellos de percusiones, la llamada caboverdiana a Cesaria Évora, la melancolía del fantasma portugués de Zeca Alfonso, poetas españoles y americanos de ahora y de antes. Y dos heridas luminosas de Miguel Hernández. (Cuando conocí a García Lorca, no me atrevía a cantarlo, había dicho Luis antes. 
Se atrevió y el genio de Federico y Luis engendró un milagro) Antes habíamos hablado los dos sobre la evolución musical que yo percibía en él. Ahora es cuando me he encontrado, me aclaró Luis. Porque también le dije que no sabía a estas alturas distinguir al cantor del poeta y con cuál de los dos quedarme. 
Lo mejor de todo es que con Luis Pastor no tienes que prescindir de nada. ¿Se puede ser muy, muy feliz pasados los 70 años? Se puede, se puede, se puede. Yo supe lo que es la emoción en la noche del parque de Hortaleza donde Luis Pastor se acordó de los republicanos españoles humillados en Francia, asesinados en España, perdidas todas las guerras menos la dignidad. 
Antes de marcharme a casa le di las gracias por todos ellos, por acordarse de mi paisano Marcos Ana a quien su tierra y la mía desama, lo mismo que lo desama ese Madrid ultra que rompió la placa que habían puesto en la casa donde vivió después de salir de la cárcel cuando fue el preso político con más años en su torturada vida. La música y la poesía de Luis Pastor (con Lourdes Guerra al lado) abrieron un mundo de luz donde tantas sombras acechan. Allá donde vayan llevarán la gloria del placer de vivir con ellos.

       DdA. XVI/4588        

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