A propósito del texto suscrito por Paco Faraldo, este Lazarillo se pregunta por qué razón el expresidente del Gobierno, Felipe González, no está entre los firmantes del manifiesto en apoyo del rey emérito, como tampoco están los demás expresidentes, sobre todo Aznar y Rajoy. Sí encontramos al exvicepresidente Alfonso Guerra, quien ha dicho que Juan Carlos I no puede pasar a la historia en las páginas de sucesos, como si eso pudiera depender de don Alfonso, el del hermano corrupto (por él empezó todo). En cuanto a la actual ministra del Tanque, vale con lo dicho por Paco, aunque yo añadiría al de insolidaria el calificativo de cobarde. Volviendo al manifiesto,"hay que subrayar que el origen de las sospechas sobre la conducta de D. Juan Carlos de Borbón procede de la Casa Real, de un comunicado de su hijo el Rey Felipe VI. Parecen no haberlo tenido en cuenta los exministros y exembajadores y demás ex altos cargos que acaban de hacer público un manifiesto sobre el Rey emérito", dice hoy en su artículo de ELDIARIO.ES Javier Pérez Royo
Paco Faraldo
La verdad es que los nombres de los
firmantes del homenaje al Emérito no traen grandes sorpresas. En creativa
promiscuidad aparecen allí algunas jóvenes promesas junto a insignes fósiles
como Alfonso Guerra, franquistas reclamados por la justicia como Martín Villa,
meapilas notorios como Francisco Vázquez, chulaponas escurridizas como
Esperanza Aguirre y una larga fila de secundarios que no desperdician la
ocasión de recordarnos que existen, que están ahí, que todavía pueden ofrecer
algún servicio a la causa.
El caso de Alfonso Guerra es
particularmente llamativo. Don Alfonso es un auténtico titán de la política, un
coleccionista de records, entre los que se cuentan haber sido simultáneamente
el diputado con más años en el escaño (37) y el de más ausencias a las sesiones
parlamentarias. No debe estar muy cansado, por lo tanto, y no pierde ocasión de
asomar la cabeza siempre que la coyuntura lo permite para ilustrarnos con sus
ponderadas reflexiones. Ahora, por ejemplo, concede entrevistas y aporta su
opinión sobre las bondades del monarca fugado y su sucesor en el trono,
aprovechando al tiempo su regreso a los palcos para derramar unas gotas de mala
baba sobre el secretario general de su partido y el malvado vicepresidente de
su gobierno.
Por otra parte, las peripecias del
monarca itinerante sirven para que los súbditos conozcamos mejor a algunos e
nuestros gobernantes, especialmente a los que ocupan o han ocupado la cartera
ahora llamada de Defensa; es curioso que todos los y las agraciados con el
cargo son personas que, nada màs tomar posesiòn, sufrieron un sùbito ataque de
fervor castrense, se adhirieron de inmediato a la retórica militar y enfundados
en el caqui reglamentario experimentaron profundas transformaciones
psicológicas. Pienso en episodios bastante chuscos protagonizados por Serra,
Trillo, Bono, Chacón, Cospedal, entre otros. Tampoco la actual ministra del
Tanque, es ajena a este influjo hormonal y espeso que viene de los cuarteles y
le hace soltar enormidades que algunos de sus uniformados aplaudirían a rabiar.
Ser ministra y no mostrarse solidaria, sino más bien todo lo contrario, con un
compañero de gobierno que sufre un acoso condenable desde cualquier punto de
vista, dice muy poco en favor de la ecuanimidad de la antigua jueza, por
ejemplo.
DdA, XVI/4587
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