viernes, 7 de agosto de 2020

LOS ARCHIVOS SECRETOS DE ESPAÑA Y EL REY EMÉRITO



Vicente Bernaldo de Quirós

   Se diría que el destino de los Borbones es el exilio, a juzgar por los reyes y regentes de esta dinastía que han tenido que huir por pies de España como consecuencias de su desaforado amor por el dinero...de los demás. El fatum ese que decían los latinos, vamos
   Desde Carlos IV, que fue el primero de los integrantes de esta familia de monarcas que tuvo que atravesar la frontera hasta nuestro ínclito emérito restaurado que anda en paradero desconocido hasta ahora, han sido muchos los Borbones que se han ido de España a lo largo de la historia de esa casa real.
   El único que regresó, el felón Fernando VII, que hasta los monárquicos más apasionados le consideraban un indeseable, todavía causó más daño al país a la vuelta y como buen integrante de esta dinastía, mintió a todo el mundo que pudo para mantener a España en la barbarie más absoluta y logró fallecer en su tierra, dejando el legado tan bajo que lo sucedió su hija Isabel II.
   Como no podía ser menos, Isabel II se tuvo que ir de España más de una vez y con ella se fueron muchos bienes propiedad de los españoles, aunque quizá la palma de ladrona la tuviera la regente María Cristina que se fue del país con todas las joyas de la Corona.
   El último exilio antes del mediático de estos días fue el de Alfonso XIII, que partió de Cartagena en 1931, cuando se proclamó la República. En los versos de Ramón María del Valle Inclán se cuenta esta marcha: "se va el rey borbón, no por rey, sino por ladrón".
   El abuelo de Juan Carlos I no volvió más a España, pero el nieto parece que tiene intención de regresar algún día, razón por la que se negó hasta la obstinación a que le retiren el título de rey emérito, porque cree que podría salvarle de un posible proceso en este país si las investigaciones de la Fiscalía terminan en buen puerto y le tratan de juzgar por corrupción. En este sentido y conociendo el país donde nací, soy pesimista sobre un probable empuramiento del monarca, aunque no nos olvidemos que también la fiscalía suiza anda detrás del amante de Corinna y en esa nación no se andan con demasiados paños calientes a la hora de juzgar a alguien ni tampoco hay cortesanos ni pelotilleros del rey que incendien las redes sociales en su defensa.
   Personalmente, me hace gracia que diferentes personalidades de este país dicen que el rey emérito no ha huido, sino que se ha distanciado de España para salvar la Corona. Es un eufemismo supuestamente tranquilizador que obvia lo principal: si no estuviera en juego la libertad del restaurador de la monarquía, por decisión de Franco, este buen hombre seguiría a su rollo de toros, francachelas y regatas en su yate. Y lo de salvar a su hijo, dudo yo que tenga mucha eficacia en un futuro más o menos cercano.
   Hay muchas personas decepcionadas porque con Juan Carlos I no se va el rey Felipe, como si una vez abierta la caja de Pandora, fuera todo mucho más fácil para el advenimiento de la República. Solamente el hecho de que el nieto de Alfonso XIII haya seguido los pasos de su abuelo es una victoria sin precedentes para muchos de los que piensan que la mejor forma de Estado no es la que se hereda de padres a hijos. Luego, el tiempo y la Historia harán su trabajo por debajo de la piel de España, aún excesivamente plegada a sus tradiciones.
   Lo bueno de ese exilio borbónico va a ser que se comenzarán a contar de verdad las historias en las que Juan Carlos I engañó a los españoles para hacernos creer que salvó a la democracia y que trajo la pluralidad política a nuestro país. El día que se abran los archivos secretos de  España, que es una necesidad ineludible, como hacen todas las naciones democráticas (salvo nosotros por razones obvias), podrá de verdad conocerse que pasó en la marcha verde (aún de Príncipe de España, pero con cierto mando en plaza por la enfermedad del general bajito), en la noche del 23 de febrero y en otros episodios menos conocidos de nuestra Transición. El péndulo que marca desde siempre la opinión pública de España lo mandará al basurero de la Historia.  

   DdA, XVI/4577     

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