miércoles, 5 de agosto de 2020

LA REPÚBLICA DOMINICANA ERA Y ES UN REFUGIO DE DELINCUENTES


Varios diarios, entre ellos el ABC -generalmente bien informado de los asuntos de la Casa Real- dan por hecho que el anterior Jefe del Estado se encuentra en la República Dominicana, si bien nadie lo puede garantizar hasta la fecha. Quizá se haya tratado de ocultar por lo que comportaría que el rey emérito más ensalzado por los medios de comunicación de un país durante buena parte de su reinado estuviera en ese país centroamericano, habitual refugio de delincuentes por el liviano contenido de la norma que regula el proceso de extradición:



Fernando de Silva

Debemos de exigir a nuestros gobernantes decencia para afrontar y solucionar cualquier contratiempo, afecte a quien afecte, y con todas las consecuencias. Solo así podremos solucionarlo, caiga quien caiga, para demostrar que somos honrados. Pero aquí en nuestra país o cerramos los ojos para no ver la realidad, o miramos para otro lado, o alejamos el problema pensando que así desaparece.
Que nuestro actual Jefe del Estado, Felipe VI, para salvar su sillón, justifique en un comunico la necesidad de que alguien que está siendo investigado por graves delitos económicos salga de España, a un lugar desconocido, me parece una indecencia, y es una forma de encubrir sus supuestas fechorías, que nadie niega hayan tenido lugar; y adquiere mayor gravedad cuando el pacto para la huida vergonzante lo hace con su propio padre, que ha sido Jefe del Estado durante más de cuarenta años.
Que nuestro actual Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, convoque una rueda de prensa para justificar la decisión del Jefe del Estado y alabar su decisión, es una forma vergonzante de contribuir a que pueda quedar impune un actuar delictivo, o cuando menos inmoral, si la inviolabilidad de Juan Carlos I se impone para dejarle libre de responsabilidad penal.
Por cierto, hasta el año 1984, y refrendado por el mismísimo Juan Carlos I, España no tuvo tratado de extradición con la República Dominicana, que se había convertido en un refugio para muchos delincuentes que huían de nuestro país; y aún hoy en día aún sigue siéndolo por lo liviano del contenido de la norma que lo regula.
Nuestra monarquía está podrida, nadie se salva en su seno de ser autor, cómplice o encubridor de las supuestas fechorías que ya todos conocemos, por mucho silencio que guarde quién ahora ostenta la Jefatura del Estado, y cuando primero afrontemos el problema antes encontraremos la solución.

     DdA, XVI/4575     

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