lunes, 3 de agosto de 2020

IGUALITO QUE ALFONSO XIII, PERO SIN REPÚBLICA*


Félix Población
Llegado el mes de agosto, con la atonía de la actividad política, el rey emérito acaba de anunciar su intención de abandonar el país del que fue Jefe del Estado durante casi cuatro décadas -casi como su predecesor y garante-, como si se tratara de un viaje de vacaciones sine die ni destino conocido.
Esta vez no habrá una frase de medroso arrepentimiento ante las cámaras de televisión, como ocurrió después de su cacería en Botsuana en plena crisis económica. Juan Carlos I ha optado en medio de otra crisis aún más grave- por seguir el ejemplo de su abuelo y poner los pies en polvorosa, sin reparar quizá -o reparando sin rubor alguno- en que Alfonso XIII se fue del país con el equivalente a casi 50 millones de euros de hoy en día.
En lugar de enfrentarse a la investigación judicial que pesa sobre sus finanzas, el rey emérito pone tierra de por medio -según la rancia costumbre familiar de sus predecesores desde hace 200 años-, y aquí nos queda el embolado de soportar a su descendiente en el trono, al que se le dispensarán las mismas mercedes de inviolabilidad que facilitaron los presuntos delitos de su padre, dándole quizá a la institución que representa el mismo encomio mediático del que disfrutó Juan Carlos I durante casi cuarenta años. Todo por la estabilidad de un régimen cuya calidad ambiental está siendo la propia de la Dinamarca hamletiana.
Alfonso XIII el Africano residió en Roma hasta su muerte. Se desconoce el destino de su nieto y también si detrás del mal olor de su estela la figura forzosamente afectada de su hijo dará paso a la tercera República. Las urnas -como todo en una democracia que creyera en sí misma- deberían tomar esa palabra. Quien toma así las de Villadiego, con indicios de corrupción, nunca pudo defendernos de aquel intento primorriverista de 1981.

PS. Los presuntos no huyen, sentencia con incisiva concisión mi estimado Paco Faraldo.

*Publicado en La última hora

     DdA, XVI/4573     

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