Escuchando algunos de los programas emitidos por Radio Nacional de España y que bajo el título de Documentos pueden ser considerados de los más interesantes que actualmente se ofrecen en esa radio pública, reparo en el que el 25 de julio de 2016 se ofreció con motivo del octogésimo quinto aniversario de la instauración de la segunda República el 14 de abril de 1931. En el mismo se hizo una dramatización del manifiesto publicado en el diario ABC el 14 de septiembre de 1923 con motivo del golpe de estado que dio paso a la dictadura del general Miguel Primo de Rivera y del que fue máximo responsable el rey Alfonso XIII. Aunque no se ilegalizaron partidos como el socialista, el liberal o el conservador, la dictadura de Primo supuso una restricción efectiva de la libertades políticas y de expresión, así como de la Constitución de 1876. El lector estimará dignos de subrayar algunos párrafos, pero el que más le ha llamado la atención a este Lazarillo es uno que muchas veces no aparece en los resúmenes que se hacen habitualmente del manifiesto: "Este movimiento es de hombres: el que no sienta la masculinidad completamente caracterizada, que espere en un rincón, sin perturbar los días buenos que para la patria preparamos. Españoles: ¡Viva España y viva el Rey!".
Un muy masculino Directorio Militar (1923-1925),
a modo de entrante del régimen de Primo.
«Al país y al Ejército: Españoles: Ha llegado para nosotros
el momento más temido que esperado (porque hubiéramos querido vivir siempre
en la legalidad y que ella rigiera sin interrupción la vida española) de
recoger las ansias, de atender el clamoroso requerimiento de cuantos amando
la Patria no ven para ella otra salvación que libertarla de los
profesionales de la política, de los que por una u otra razón nos ofrecen
el cuadro de desdichas e inmoralidades que empezaron el año 98 y amenazan a
España con un próximo fin trágico y deshonroso. La tupida red de la política de
concupiscencias ha cogido en sus mallas, secuestrándola, hasta la voluntad
real. Con frecuencia parecen pedir que gobiernen los que ellos dicen no dejan
gobernar, aludiendo a los que han sido su único —aunque débil— freno, y
llevaron a las leyes y costumbres la poca ética sana, el tenue tinte de moral y
equidad que aún tienen; pero en la realidad se avienen fáciles y contentos al
turno y al reparto, y entre ellos mismos designan la sucesión. Pues bien, ahora
vamos a recabar todas las responsabilidades y a gobernar nosotros u hombres
civiles que representen nuestra moral y doctrina. Basta ya de rebeldías mansas,
que, sin poner remedio a nada, dañan tanto y más a la disciplina que está recia
y viril a que nos lancemos por España y por el Rey. Este movimiento es de
hombres: el que no sienta la masculinidad completamente caracterizada, que
espere en un rincón, sin perturbar los días buenos que para la patria
preparamos. Españoles: ¡Viva España y viva el Rey! No tenemos que
justificar nuestro acto, que el pueblo sano demanda e impone. Asesinatos de
prelados, ex gobernadores, agentes de la autoridad, patronos, capataces y
obreros; audaces e impunes atracos; depreciación de la moneda; francachela de
millones de gastos reservados; sospechosa política arancelaria [...] porque
quien la maneja hace alarde de descocada inmoralidad; rastreras intrigas
políticas tomando por pretexto la tragedia de Marruecos; incertidumbre ante
este gravísimo problema nacional; indisciplina social, que hace al trabajo
ineficaz y nulo, precaria y ruinosa la producción agraria e industrial; impune
propaganda comunista; impiedad e incultura; justicia influida por la política;
descarada propaganda separatista [...].» ABC, 14-IX-1923
DdA, XVI/4581
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