viernes, 14 de agosto de 2020

¿ACABAR CON “PODEMOS” PARA VOLVER ATRÁS?


Félix Población

Ni siquiera en medio de unas circunstancias tan graves como lo son las propias de una trágica pandemia –irrepetible desde hace un siglo-, ha cesado el acoso a uno de los pocos partidos que hasta ahora observa una trayectoria libre de corrupciones, en contraste con la de los que se turnaron en el poder en los últimos cuarenta años.

Después de los ataques recibidos para que Unidas Podemos no entrara en el Gobierno, la segunda parte del mismo libreto consiste en tratar de que salga, siguiendo similares ardides falsarios y coincidiendo además esta nueva tanda de acoso político, judicial y mediático con la huida de la justicia de quien fuera Jefe del Estado y máximo representante del régimen del 78.

Nadie parece reparar en la agresión a la dignidad de más de tres millones de votantes que comportan casos como el que el juez Escalonilla acaba de montar contra Podemos sin ninguna prueba. Se trata, como se viene denunciando sin que la mayoría de los medios lo considere, de una investigación prospectiva, consistente en investigar a una persona o a una organización no por un supuesto y concreto hecho delictivo, sino con carácter general, ‘a ver qué se pesca’.

Es muy probable que todo acabe en nada por enésima vez, después de que los investigados se presenten ante el juez el próximo 2oN (no debía de haber otra fecha entre tantas), pero hasta entonces la máquina del fango habrá llevado a cabo el objetivo que la mueve de modo pertinaz contra el partido morado en portadas, tertulias y telediarios: difama que algo queda. 

En el supuesto caso de que pudiera darse en este país, gota a gota y falacia tras falacia, una demolición prefabricada por los poderes político, judicial, financiero y mediático del proyecto político que representa Podemos, y la Corona no se resintiera de los casos de corrupción que pesan sobre ella, la democracia española sufriría un muy grave quebranto que podría coincidir peligrosamente con un rebrote de la crisis sanitaria.

Por eso debemos resistirnos a creerlo, por más que cada día nos demuestre la mayoría de los medios de comunicación que su ostensible y creciente falta de integridad deontológica está siendo sumamente lesiva para los valores democráticos, y que nuestra historia -la que menos se nos han enseñado- sabe muy bien qué puede ocurrir cuando esos valores flaquean o se corrompen hasta tal punto. 

Desde hace un tiempo se sienta en el Congreso un partido que no tiene ninguna reserva en favorecer ese proceso porque esa es su razón de ser. El juez Escalonilla ha admitido a Vox como acusación particular contra Podemos. Si se tiene en cuenta que Vox ha planteado una moción de censura contra el Gobierno del que forma parte Unidas Podemos, la instrumentalización política de esa acusación es clara en la investigación prospectiva abierta por Escalonilla, el magistrado que archivó los delitos de odio y las amenazas de muerte difundidas por dos agentes municipales contra la alcaldesa de la capital del Estado en 2018.

La tediosa y reprensible pretensión de acabar tan suciamente con Podemos o de convertirlo en un partido minoritario nos puede llevar democráticamente para atrás. Habría que saber hasta dónde. Y esta es una pregunta cada vez más inquietante.

*Artículo publicado en La última hora.

   DdA, XVI/4584   

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