Celso Miranda
El gobierno bipartito de la derecha ovetense (PP
+ Ciudadanos) ha inaugurado esta semana un cobertizo (con pinta de
prefabricado, pero este extremo no lo podemos asegurar) en una Escuela
Infantil. Sumado a la inauguración de un semáforo en el centro de Oviedo contra
la pandemia mundial, una enseña nacional bien visible y la eliminación de todos
los bancos de colores obscenos y atentatorios contra el deseo de vivir una
moralidad ordenada como mandan los cánones, tenemos el retrato de este nuevo (a
mí me sabe a viejo) gobierno municipal.
Vemos pues que la preocupación del
gobierno de Canteli y los Cuestas está en la educación y en la salud públicas y
en nuestra identidad nacional y sexual. Esta semana el debate lo han marcado
los hosteleros, una vez más, proponiendo fichar dos veces a sus potenciales
clientes. Una, cuando entren en el Antiguo, a través de cámaras e instrumentos
de última tecnología que ayuden a la identificación de las personas, todas
ellas sospechosas a priori (la presunción de inocencia queda para los delitos
de cuello blanco) y otra cuando entren en los bares, tras abonar una entrada,
en esta segunda fase sólo sospechosos de portar el virus. Salir de copas es ya
todo un complejo proceso político administrativo.
Los de Canteli apoyan y promueven
las dos fases sin reservas, siempre del lado y en nombre de la libertad (de los
empresarios de seguridad y hostelería, claro está). Los grandes temas del
concejo (La Vega, los terrenos del antiguo Hospital, la Fábrica de Gas, el
Bulevar, el Naranco sin Ronda Norte,...) duermen el sueño de los justos, que es
mucho más que la siesta clariniana. A lo que se ve, los asesores económicos de
Canteli han reciclado las tesis de Schumacher en aquel viejo libro de culto:
"Lo pequeño es hermoso".
DdA, XVI/4565
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