La
deriva radical del nacionalismo catalán hacia el independentismo y el
independentismo de raíz de Esquerra Republicana, con aquella grotesca autoproclamación
de la República Independiente de Cataluña de hace unos años, dieron lugar al
nacimiento y expansión de la extrema derecha. Sería bueno que Rufián lo
reconsiderara al verificar sus críticas más o menos satíricas a Vox.
Este partido,
que no ha dejado de crecer desde que se asomó por Andalucía, planteó ayer el
anuncio de una moción de censura posvacacional totalmente retórica, pues ni la
derecha extrema la apoyará. Puede que lo haya hecho porque los disidentes de
Vox ya cuentan con un nuevo partido que ha puesto nerviosos a los de Abascal.
Tanta
derecha junta puede que siente bien a la izquierda. De momento, la más montaraz
de las cuatro consiguió ayer algo histórico en el Congreso: que el líder del
Partido Socialista y presidente del Gobierno defendiera y elogiara el papel
jugado por el Partido Comunista en el retorno de la democracia a nuestro país, con una mención agradecida y expresa de los nombres de Dolores Ibarruri, Rafael Alberti y el recientemente fallecido ex-secretario general de los comunistas Francisco Frutos.
Parecería, con esta decidida intervención del presidente del Gobierno, que Sánchez no sólo ha querido responder al reiterado uso peyorativo del calificativo social-comunista utilizado por la derecha radical, sino proyectar como despedida del curso político la posibilidad de que la unidad de la izquierda sea algo más que las siglas de un partido político. Adelante, Abascal, haced por ello.
Parecería, con esta decidida intervención del presidente del Gobierno, que Sánchez no sólo ha querido responder al reiterado uso peyorativo del calificativo social-comunista utilizado por la derecha radical, sino proyectar como despedida del curso político la posibilidad de que la unidad de la izquierda sea algo más que las siglas de un partido político. Adelante, Abascal, haced por ello.
DdA, XVI/4569
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