domingo, 5 de julio de 2020

LOS NUEVOS NAZIS ESTÁN EN ISRAEL


Vicente Bernaldo de Quirós

   Si Adolf Hitler levantara la cabeza estaría encantado de saber que Benjamín Netanyahu comparte sus valores supremacistas y racistas lo que permite que su ideología siga teniendo vigencia. Y estaría orgulloso de convertirlo en su sucesor para que no se pierda la doctrina que le llevó a tratar de destruir Europa.
   Muchos de vosotros os preguntareis cómo un judío puede ser el heredero de un monstruo antisemita como el fundador del partido nacionalsocialista alemán, pero también conocereis que el sionismo, que es la doctrina que abraza la elite israelí y muchos de quienes profesan este credo tiene puntos de contacto mucho más directos con los que la gente piensa.
   La doctrina sionista, que fue enunciada a mediados del siglo XIX por Teodoro Herlz tenía como objetivo adueñarse de la propiedad del suelo de los árabes que vivían en Palestina, que para ellos era Tierra Santa, y vivir en ella de manera permanente, obviamente sin ningún tipo de indemnización, aunque en algunos momentos de principios del siglo XX compraron casas y terrenos, con el fin de despojar con poco dinero a los palestinos de sus pertenencias.
   Ahora, con el poder que les confiere su dinero y el apoyo de las grandes naciones del mundo, han decidido anexionar Cisjordania, la zona más fértil de Palestina, con el mismo argumento que el nazismo invadió los Sudetes hace más de 80 años: se trata de una tierra que pertenece al Estado judío y en la que el resto de razas y religiones serán relegadas a un papel secundario.
   De momento, tienen el apoyo fundamental de Estados Unidos, cuyo presidente, Donald Trump hace gala de una sintonía supremacista con los dirigentes israelíes, con el propósito de obtener apoyos económicos del lobby sionista yanqui en la próxima reelección presidencial.
   La vieja y puta Europa no ha reaccionado con la contundencia que se le esperaba, quizá porque todavía paga su síndrome de Estocolmo por los crímenes del nazismo, aunque ha coqueteado con unas supuestas sanciones a Israel en el caso de que la anexión de Cisjordania se confirme como una realidad irreversible.
   Echo de menos la autoridad moral de muchos judíos de bien que se niegan a ser el pretexto del sionismo israelí y de su terrorismo de Estado oponiéndose a esta inmoral absorción del territorio palestino, lo que causa enorme desazón entre israelíes de buena voluntad, si bien es cierto que el porcentaje de justos entre los justos es muy minoritario. Figuras de la intelectualidad y del pensamiento judío, algunos de los cuales ni siquiera están de acuerdo con el propio Estado de Israel, han reaccionado, si bien muy tímidamente, a este crimen de guerra del Likud y sus secuaces 
     Es la hora de que todos los que propugnan una sociedad justa y una descolonización acorde con los intereses de los pueblos, se unan para exigir a Israel que ceda en su intento de anexión, vuelva a las fronteras anteriores a 1967 y se comporte como un país razonable y como un estado gamberro y terrorista. Es fundamental para que la paz vuelva a la zona desde planteamientos negociados con raciocinio y sin que nadie se quede sin hogar y sin patria. Si hay reacciones desmesuradas por parte de los palestinos ante este atropello, no será su culpa, sino de quienes los provocan con sus injusticias. 

      DdA, XVI/4550     

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