sábado, 25 de julio de 2020

EL TRIBUNAL SUPREMO DECLARA APÁTRIDAS A LOS SAHARAUIS DE LA DICTADURA


Vicente Bernaldo de Quirós

A los altos magistrados del Tribunal Supremo les suponemos un hondo conocimiento jurídico, bastante sentido común y un razonable nivel de conocimientos culturales para que no se detecten pifias en las sentencias, más o menos a escala de cuarto y reválida como decíamos en mi época de bachiller. Algo debió fallar en estas premisas al conocer la sentencia de este órgano jurisdiccional que niega la nacionalidad española a los saharauies nacidos antes de 1975, a pesar de que todos ellos tenían carnet español y la mayoría habían hecho la mili como todo hijo de vecino.

En concreto, el Tribunal Supremo falla que haber venido al mundo en esa época en lo que antes eran colonias de ultramar no daba derecho a gozar de la nacionalidad española, a pesar de que así ha venido siendo a lo largo de los últimos 40 años. ¿Y se puede saber que son, nacionalmente hablando, estos saharauies nacidos durante la dictadura y antes de que el territorio le fuera entregado miserablemente a Marruecos? A juicio del Supremo, son apátridas. Así, con dos cojones y olé.

Tampoco había que ser muy lince en aquella época para observar como en las Cortes franquistas, aparte de señores muy trajeados y bigote fascistilla, se veían a unos tipos con chilaba y prendas de vestir propias de la morería que eran, o así se nos decía, los representantes en el templo de la soberanía del Movimiento Nacional de los territorios que sin estar en la Península eran tan españoles como los de Cartagena o Mansilla de las Mulas.

Indaguemos el porqué de esta sentencia que le niega la nacionalidad española a quienes fueron siempre españoles y que, por otra parte, contó con tres votos particulares de otros tantos magistrados, alarmados por la deriva de sus compañeros togados.

Descartado el móvil del racismo hacia los árabes porque estos bereberes son nómadas y no aspiran a sentarse en la plaza de la Villa de París y, por otra parte, apenas tienen relación de vecindad con los jueces que están en otra Liga, tampoco creemos que la larga mano de Rabat haya llegado a la sala de togas para inducir el fallo. Solo se me ocurre pensar que los juzgadores que han impedido que un español tenga derecho a la nacionalidad española hayan perdido los apuntes de Geografía de España de aquel entonces que decía con claridad que Sidi Ifni y sus alrededores (territorios por los que en años cincuenta tuvimos al Ejército franquista en estado de alerta) forman parte de España. Y, si las obviedades existen, los nacidos en España son españoles y por tanto no se les puede privar de su nacionalidad.

Otra cosa es cómo haya derivado el ámbito territorial y si la rendición del Gobierno dictatorial a los deseos de Marruecos haya originado una crisis política o no. Si España ha sido designada por la ONU como potencia administradora del Sahara fue por su pertenencia a este país y no porque se haya sorteado entre diversas naciones y nos haya tocado en combinación con los dos últimos números de la Rifa Benéfica.

La anestesia epidural con la que nos vendieron que España se iba del Sáhara para bien de todos, mientras el dictador agonizaba y su equipo médico habitual nos explicaba cómo las heces de Franco se convertían en melenas, tiene muchos puntos oscuros y es pasto de investigadores curiosos. Curiosamente, en aquella época fue cuando Juan Carlos de Borbón comenzó a llamar hermano al entonces rey de Marruecos, Hassan II, padre del actual monarca. Y así se escribe la Historias.


       DdA, XVI/4564     

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