Entre las medidas sociales adoptadas por el actual Gobierno, nunca antes
tomada por ningún otro a lo largo de nuestra última historia, la del ingreso
mínimo vital es sin duda una de las que sobresalen en la legislatura en curso. Su
tramitación hubo de acelerarse, además, como consecuencia de la pandemia de
la COVID 19 que trajo consigo la correspondiente crisis económica.
Casi un
millón de hogares españoles en situación de vulnerabilidad se han beneficiado
de esa ayuda, consistente en una renta básica de 462 euros, ampliable hasta los
1.015 en el caso de tener niños a cargo.
En el transcurso de las últimas semanas se ha venido imponiendo el uso
obligatorio de la mascarilla en las distintas comunidades autónomas del país -
algo que en principio solo lo era en determinadas circunstancias-, por lo que su
adquisición en las farmacias supone un incremento de gasto en la economía
hogareña que, en los casos de las familias más desfavorecidas, debería haberse
tenido en cuenta.
En nuestro país hemos pasado de carecer de las suficientes mascarillas para
salvaguardar la salud pública en los inicios de la pandemia -con una deplorable
ausencia en el equipo de trabajo de nuestros sanitarios-, a tener que adquirir ese
producto en las boticas con un escandaloso aumento de precio, debido a la
vergonzosa especulación que se hizo del mismo en los mercados
internacionales.
Una vez superada esa fase y con los precios regularizados, la
obligatoriedad en el uso de las mascarillas en casi todas las circunstancias y en
todas las comunidades autónomas -salvo Madrid- viene a ser una carga
económica no menor en las economías más precarias.
Siete mascarillas quirúrgicas por semana por cada uno de los cuatro miembros
de una familia, a 0,96 euros por unidad, suponen un gasto mensual de 107,52
euros al mes, una cantidad que para el 20 por ciento de la población en riesgo
de pobreza supone sin ninguna duda -aun con la ayuda del ingreso mínimo
vital- un gravamen a tener en cuenta y que creo no se ha considerado a la hora
de imponer la obligatoriedad de la mascarilla en la mayor parte de nuestra vida
cotidiana.
Está bien que las mascarillas sean obligatorias, si así lo consideran las
autoridades sanitarias, y también que la ciudadanía sea consciente y se atenga a
cumplir con esa obligatoriedad en el uso de las mismas -tal como ocurre de
modo ejemplar en Asturias, una de las comunidades que mejor se está
enfrentando a la pandemia-, pero creo que si el ingreso mínimo vital ha sido
una disposición gubernamental de las que diferencian para bien a este ejecutivo
de todos los precedentes, lo suyo -en consonancia con esa medida- sería
acompañarlo de una gratuidad en la adquisición de esas mascarillas para
aquellas familias que necesitan de esa renta nada menos que para poder vivir
con una cierta dignidad, porque de eso y de la salud pública se trata. Nada menos.
*Artículo publicado hoy en La última hora
Asturias sigue dando una lección de comportamiento al resto de las comunidades autónomas, no solo durante la pandemia sino en las últimas dos semanas, con apenas 17 casos de rebrotes en su territorio. Me consta fehacientemente el grado de responsabilidad cívica que se registra en aquella región.
IVA reducido para las mascarillas.
IVA reducido para las mascarillas.
*Artículo publicado hoy en La última hora
DdA, XVI/4564
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