jueves, 18 de junio de 2020

VEINTE INTELECTUALES PRECIPITARON EL CAMBIO REGRESIVO EN PRISA



Vicente Bernaldo de Quirós

La guerra larvada entre las distintas facciones accionariales del Grupo Prisa para hacerse con su control es mucho más profunda de lo que parece y amenaza con provocar alguna desgracia que pueda hacerse tambalear al más importante de los periódicos de nuestro país, como es El País que, en esta batalla por el poder acaba de destituir a su primera mujer directora, Soledad Gallego-Diaz, cuando no llevaba ni dos años al frente del rotativo, que ha enviado una carta a los suscriptores agradeciéndoles su confianza y sugiriéndoles que sigan perseverando en su apoyo a la sociedad que en su día fraguara Jesús de Polanco.
El cambio en la guerra de Prisa tiene como objetivo obligar al PSOE a modificar sus alianzas y tratar de pactar con Ciudadanos para impedir políticas más socialdemócratas y volver al redil neoliberal, que tuvo su apogeo cuando el nefasto Antonio Caño llevó las riendas del periódico de la calle Miguel Yuste.
Sombras de una batalla, como aquella película de Mario Camús hay unas cuantas pero no parece ajeno a las mismas el ex presidente del Gobierno, Felipe Gonzélez, que se ha convertido en el factótum de la derechización del periódico, en alianza con los viejos demonios de la peor etapa del felipismo, incapaz de vislumbrar la nueva etapa de este país (nación) porque no le interesa retroceder en influencia, a costa aún de desangrar al país (periódico). En los próximos meses veremos a ver qué da de sí este coup de force de las viejas glorias del imperio prisaico.
Que al ex presidente del Gobierno le rechinaba el pacto de Pedro Sánchez con Unidas Podemos lo sabe hasta el más tonto de los lectores de prensa y que haría todo lo posible por revertir la situación en beneficio propio era vox populi entre los ciudadanos más informados de España. Pero le ha hecho encabezar la asonada el deseo de el Gobierno de coalición progresista de aguantar cuatro años y pactar con las fuerzas que le invistieron unos presupuestos que cumplen los principios básicos de su programa de investidura.
A los continuos llamados a la subversión antisanchista por González, siguió un artículo de opinión en las páginas editoriales del periódico que fueron algo así como aquella llamada del 2 de mayo del alcalde de Móstoles para defenderse de la invasión napoleónica.
Sin embargo, algo había en el seno del Grupo Prisa que erosionaba el supuesto monolitismo de la dirección. Hace menos de una semana otro artículo en las mismas páginas firmado por una veintena de intelectuales progresistas, muchos de ellos catalanes, llamaba a cerrar filas con el Ejecutivo de Pedro Sánchez, lo que, al parecer, hizo precipitar los acontecimientos y la destitución de la directora.
Vuelve al timón del periódico Javier Moreno, un tipo discreto y gris cuya etapa entre 2006 y 2014 se caracterizó por una línea bipartidista siguiendo los sabios consejos de su mentor Juan Luis Cebrián. En eso sí que hay que reconocerles cierta prudencia a los conspiradores porque incluso se habló de volver a llamar al inefable Caño que rebajó la audiencia y la venta del periódico a sus límites más ínfimos, en colaboración con un jefe de opinión llamado José Ignacio Torreblanca que hoy vegeta en Unidad Editorial clamando en el desierto por las mismas ideas anticuadas y con un redactor estrella llamado David Alandete, especialista en piratas informáticos y en las maldades del espionaje ruso que hoy reside en Washington como corresponsal de Abc, con el beneplácito de la CIA.
Coincide este tiempo de mudanzas en El País con la difusión, no se sabe si intencionada, de unos papeles desclasificados de la agencia de inteligencia yanqui que confirmaba lo que en España todo el mundo sabía; que Felipe González era el jefe de los GAL. Y vamos a ver que pasa con su pasado en la Transición y su amistad íntima con Henry Kissinger y la presión de los USA en nuestra nación, con lo que esperamos como agua de mayo más papeles desclasificados.
El cambio de estrategia de El País va a hacer estremecer sus estructuras y será un buen palo para el periódico más influyente de nuestro país, teniendo en cuenta que el resto de los medios impresos de escala nacional son bastante paquetes y están más a los que les ordena su amo que a formar opinión entre los españoles.
No deja de ser curioso que González, que siempre odió a Pedro J Ramirez y a Unidad Editorial, hasta el punto que denominaba a su diario El Inmundo, haya sido objeto de grandes loas en ese medio, a raíz de sus bravatas contra Unidos Podemos. Y es que, como dijo en su día Laureano López Rodó, nada sospechoso de izquierdista: la política hace extraños compañeros de cama.

DdA, XVI/4532

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