viernes, 5 de junio de 2020

QUEREMOS A BRENDA Y A TODOS LOS SANITARIOS NECESARIOS CONTRATADOS POR LA COVID 19


Félix Población

El caso de Brenda Cabo Díaz es el de una asturiana auxiliar de enfermería, contratada durante tres meses por el Hospital Monte San Isidro de León para hacer frente a la más grave pandemia que ha sufrido España en un siglo. Como Brenda, miles de sanitarios fueron contratados temporalmente en toda España para tal fin, al objeto de reforzar un sistema de salud que en los últimos años no ha dejado de sufrir importantes mermas.

El caso de Brenda tiene, además, una circunstancia que lo hace especialmente singular. En lugar de disponer de un hotel donde aislarse para prevenir en lo posible los riesgos de transmitir la enfermedad como consecuencia de su trabajo -según ocurriera en Madrid-, tiró de furgoneta, equipada como alojamiento vacacional para sus expediciones montañeras, y la estacionó en el mismo aparcamiento del centro hospitalario. En el vehículo hizo su vida doméstica.

Así discurrieron sus más de dos meses y medio, marcados por la tensiones de ánimo, los momentos depresivos ante la letal incidencia de la enfermedad y el exceso de trabajo. Factores todos ellos propias de unas circunstancias extraordinarias que indudablemente dejarán un poso profesional y humano en su vida, como en la de tantísimos otros compañeros sumamente afectados por lo que han vivido de forma imprevista.

El distanciamiento con los pacientes fue muy duro de llevar, lo mismo que las emociones personales ante la soledad, el extravío y la angustia de los enfermos más ancianos y con menos posibilidades de salir adelante, como probaron las estadísticas: “Ay, si pudieras quitarte las gafas y verte la carina y darte un beso”, le dijo una señora muy mayor, agradecida por sus atenciones. Brenda pudo ver en su turno de noche como pacientes que ingresaban a las diez habían fallecido a las tres de la madrugada.

Ahora le acaban de otorgar el Premio de la Concordia a Brenda y a todos los sanitarios que lucharon contra la epidemia poniendo en juego su salud y perdiendo incluso la vida por falta de equipos de protección. En el patronato del Premio Princesa de Asturias figuran Florentino Pérez, Ana Patricia Botín o Juan Miguel Villa Mir, entre otros. Ninguno se caracteriza por su defensa de lo público. El señor Pérez, junto al grupo alemán Fresenius y el holandés DIF, han sido los grandes beneficiarios de la política privatizadora llevada a cabo por el gobierno autonómico de Madrid. Miles de ancianos murieron en las residencias privadas de esa región porque ese gobierno rechazó el traslado a los hospitales de aquellos internos enfermos o con síntomas de la enfermedad, según el propio consejero de servicios sociales de ese mismo gobierno.


Estos días, al igual que Brenda en León, 10.000 sanitarios en Madrid y muchos más en toda España están pendientes de que concluya su contrato. Durante tres meses han hecho posible en condiciones muy adversas que miles de enfermos se recuperasen de la enfermedad. Por eso, y porque la sanidad pública los necesita, abogamos por la continuidad laboral de Brenda y todos sus compañeros en nuestros centros sanitarios.

De nada habrá servido aplaudirlos en los balcones, premiarlos en Oviedo para dignificar sobre todo a la institución que lo hace o llenarlos de epítetos heroicos  en los medios de comunicación al uso y abuso si, al final, van a seguir siendo víctimas de un sistema que los deja otra vez en la calle o en la temporalidad, la precariedad y demás lacras derivados de los recortes en su sector.



Nota: Hoy en La Última Hora se puede leer mi artículo Si se porta la voz, sobra el grito

    DdA, XVI/4519    

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