lunes, 29 de junio de 2020

LA VOZ DE HILDA FARFANTE


Félix Población

Hace casi tres años se le otorgó a Hilda Farfante Gayo, incansable activista por la memoria democrática de este país, un premio muy significativo en el historial de esa memoria: el Premio a las Libertades Rafael del Riego. 

Dicho premio lo conceden los ayuntamientos de dos localidades unidas a la figura del militar liberal: el de Tineo en Asturias, en una de cuyas localidades (Tuña) nació Riego y allí tiene su casa, y el de Las Cabezas de San Juan (Sevilla), en donde el entonces teniente coronel proclamó la Constitución de 1812 el primer de enero de 1820, dando inicio al primer periodo de monarquía constitucional de nuestra historia con el llamado Trienio Liberal. 

Sobre Riego leí en su misma localidad natal uno de los primeros libros que se escribió sobre su vida y muerte -ahorcado en Madrid por la monarquía absolutista de Fernando VII-, del que es autora Carmen de Burgos: Gloriosa vida y desdichada muerte de don Rafael del Riego, del que la editorial Renacimiento hizo una nueva y estupenda edición hace unos años. 


La invasión francesa de los Cien Mil Hijos de San Luis restableció el régimen absolutista en 1823, al que se opuso Riego con el himno que luego fue el de la segunda República, la misma a la que defendieron los padres de Hilda, asesinados por las tropas sublevadas en 1936. 


Como tantos otros que fueron ejecutados y encarcelados por los vencedores de la guerra incivil que impusieron la dictadura, los padres de Hilda Farfante fueron maestros y el mencionado premio se le concedió a su hija "por su dedicación a la recuperación de la memoria histórica y del legado educativo de los maestros de la República Española, que representa a la vez una voluntad personal y un anhelo muy ampliamente sentido de reposición de la verdad y de resistencia al olvido en el marco de una defensa continuada de los Derechos Humanos"

Hoy dice Hilda Farfante en el diario El País que después de muchos años pidiendo verdad, justicia y reparación, tal como manifestaba hace una década en el mismo periódico, y cuando está a punto de cumplir noventa años, su voz “se está apagando y no quiero dejar a mis padres en una cuneta”. 


En la fotografía vemos a Hilda con el presidente del gobierno regional de Asturias, que no ha logrado erradicar los símbolos franquistas en más de cincuenta municipios y tampoco ha sido capaz, con el Gobierno central, de que la voz de Hilda se abrace a los huesos de quienes le dieron vida para gritar durante tantos años por la justa reparación la memoria de todos los demócratas enterrados como alimañas en fosas y cunetas.



      DdA, XVI/4543          

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