El pasado lunes en el Senado, la máxima autoridad de RTVE y una de las voces históricas de la televisión pública, Rosa María Mateo, dicen que cometió un lapsus al llamar o calificar a esa corporación Radio Televisión Espantosa. Para muchos no se equivocó porque, aunque el Gobierno de la nación haya tenido estos meses como ocupación fundamental hacer frente a la pandemia y todo lo que se deriva de ella, no se justifica de ningún modo el deplorable e incluso bochornoso nivel de los informativos y la no menos tediosa programación, equivalente a la que se ofrece en los canales privados. La diputada Sofía Castañón, de Unidas Podemos, fue en extremo educada y hasta excesivamente contenida cuando le reprochó a doña Rosa el tiempo informativo dedicado a las minoritarias manifestaciones de la extrema derecha, siguiendo en esto también el proceder de algunos canales privados, muy interesados en magnificar el hecho de que 15.000 neofranquistas salgan en todo un país a la calle gritando libertad a bordo de sus vehículos. Tanto los informativos de la radio como los de la televisión públicas están necesitando con urgencia de una renovación en la presentación y los formatos, carentes tanto de un estilo propio como de un contenido interesante, con un mejor y más proporcionado tratamiento de las noticias. Creo que la programación de la corporación audiovisual pública pasa por una de sus etapas en las que un lapsus como el de su máxima autoridad puede ser un acierto descriptivo.
DdA, XVI/4511
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