Jaime Richart
Y digo en el titular las gripes en plural porque no creo
que a estas alturas de la catástrofe quede alguien que no sepa que el virus, el
natural de la gripe común, muta, y que por consiguiente puede hablarse con toda
propiedad de gripes de distinta clase y de varios virus de la misma familia con
efectos asimismo más o menos virulentos por eso, por ser mutantes. Lo que sin
duda ha animado hace mucho tiempo a manipularlos los Laboratorios más avanzados
del mundo, pero también los más temerarios...
¿De qué se puede escribir en tiempos de calamidades?
Desde luego yo no de política, otra calamidad. Pero tampoco de Narrativa, pues
aparte de que la narrativa no es el mío, vivir un pasaje de la historia como el
presente, despoja de interés para el escritor cualquier argumento literario a
menos que se relacione con el trance. Y si pensamos en la Poética, ¿quién se
atreverá a escribir poesía, que tampoco es lo mío, en medio de un muladar o en
un campo de batalla? No. Yo no puedo escribir de nada de eso. Pero tampoco me
mueve interés alguno la crónica, que es historia o periodismo. Pues lo que
ahora puede publicarse en medio de un océano de desgracias y de sospechas, no
puede contarse y publicarse más que en línea con las versiones oficiales de los
hechos, de los dramas y de las tragedias de cada día. Y eso ya lo hacen muy
bien muchos. Yo me niego a competir con ellos. De modo que sólo me queda
escribir, como anciano que soy, sobre la sospecha y hacer un vaticinio
aproximado fácil sobre lo que en España nos espera: un futuro inminente mucho
más dramático que el pretérito reciente y que el presente hasta la fecha, relativo
a una economía española, no sé si tambièn mundial, literalmente de postguerra.
Pues bien, desde que tengo uso de razón oía a mis padres
decir que en España, todos los años, en invierno, la gripe y la neumonía se
cobraban la vida de muchas personas, principalmente de personas mayores enfermos
crónicos. Es decir, que unos años más agresiva y otros menos, la gripe era
causa regular y natural de muerte. También en Europa. Al menos en Francia,
donde mi madre tenía amistades pues parte de su educación la había recibido en
Vitry le François. Y a lo largo de toda mi vida, hasta ayer, ésa ha sido la
óptica recurrente acerca de la gripe; una enfermedad no mortal pero sí peligrosa,
sobre todo a medida que se va avanzando en la edad, aunque yo no recuerdo
haberla padecido más que una vez hasta la fecha. Por eso, no había médico que no recomendase al propenso a contraerla, tomar vitamina C preventivamente en
otoño. Algunas temporadas presentaba la gripe mayor virulencia y entonces se
extendía también más el contagio, convirtiéndose en epidemia. Este fue el caso
de la Ébola, la Asiática, la Aviar o la Porcina. Y entonces se oía: "este año hay
epidemia de gripe".
Pero en realidad, desde siempre la gripe y sus cepas han
sido casi "normales"; un modo natural de “sanear” la vida de las
poblaciones, casi una ley de biología. Si bien hay un precedente estremecedor:
la gripe española de 1918; incorrectamente llamada así porque la prensa
española entonces sin censura, dio cumplida cuenta de la gripe que hizo
irrupción en Europa en el otoño, recién acabada la primera guerra mundial. A diferencia
de otras epidemias de gripe que afectan principalmente a niños y ancianos, las
víctimas de esa gripe fueron también jóvenes y adultos saludables, y animales, entre ellos
perros y gatos. Se considera la pandemia más devastadora de la historia humana,
ya que en solo un año mató entre 20 y 40 millones de personas. La imprecisión en
la mortandad, dadas las condiciones generales reinantes entonces, es debida a la
dificultad de obtener datos estadísticos fiables…
Ha transcurrido casi exactamente un siglo, y la pandemia
de un virus gripal hace de 2020 otro año aciago como lo fue 1918. Y si entonces
venía precedido de una guerra espantosa muy reciente que asoló a Europa y al
mundo, la pandemia de este año viene precedida de una quiebra técnica económica
que afecta también a todo el globo aunque no haya una institución mundial
encargada de declarar urbi et orbe como
la OMS las hecatombes de la economía; al menos la del sistema vertebrado
por la economía capitalista neoliberal. El virus de esta temporada se ha
extendido más allá de Europa y alcanza a todos los países del mundo con
distintos efectos y distintas respuestas por parte de los gobiernos. A todo
esto, el 11 de marzo del año en curso la OMS declara pandemia la "gripe",
en la forma de coronavirus de la variante Covid19, de este año: otra modalidad
de gripe con efectos clínicos extraños según la edad y constitución de los
pacientes, que, aun dentro del principio de que no es la "lógica" lo
que permite interpretar y tratar ninguna enfermedad, no encajan en unos mínimos
de lógica común.
Pues bien, me puse a rebuscar el número de fallecidos por
gripe y neumonía en España en años precedentes, y no me fue nada fácil la
tarea. No había, o no encontré, estadísticas. Sólo una web, redaccionmedica.com, recoge los datos relativos al año
2018. Según ese sitio, en la temporada de ese año la gripe en España, a causa de
los factores que favorecen el brote del virus -el frío y la humedad-, se llevó a la tumba a 15.000 personas (cifra
en realidad no demasiado lejos de los fallecidos oficialmente hasta hoy). A
este respecto debo destacar, en primer lugar que cuando rebusqué la estadística
de casos y fallecidos por gripe, no encontré la de años anteriores, tampoco en
redaccionmedica.com. Pero no me extrañó que el dato de los 15.000
fallecidos en 2018 por gripe pasase sin pena ni gloria y que ningún medio se
hiciese eco de ella, por lo antes dicho de la habitual criba cada año de la vida
que hace esta enfermedad (lo que sí me extrañó es que se retirase de Internet
poco después de que yo lo citase en artículos precedentes, esa página de redaccionmedica.com). Sin embargo, no sólo no fue declarada
ese año pandemia alguna, sino que ni siquiera se habló de epidemia; no hubo
revuelo, no hubo confinamientos y ni los medios dieron importancia al dato más
allá de la que tuviese en el ámbito sanitario. En cambio, en el actual 2020,
sin tenerse todavía idea del alcance de la gravedad del virus gripal, el de
esta temporada, enseguida hubo una reacción en todos los países ante el hecho
de haber sido declarada pandemia por la
OMS, en manos de un 82% de capital privado, y todos los gobiernos se aprestaron
a tomar medidas preventivas muy extraordinarias. Y el español, a diferencia de
otros europeos, adoptó medidas extremas en función del número de fallecidos por
la real o supuesta propagación del virus. Cosa también extraña si lo comparamos
con lo no sucedido en 2018. Entonces, en un país, España, tan acostumbrado el
pueblo a obedecer, acobardado durante cuarenta años por una dictadura, no ha
sido difícil la obediencia. Además, los términos sumamente alarmantes en que fueron
decretadas las medidas de confinamiento, reforzadas por una campaña inusitada
permanente de los medios de comunicación, tanto públicos como privados, las
veinticuatro horas del día en más del mes y medio transcurrido, y en algunas
Comunidades por la opresión de las policías y el ejército, no podía esperarse
otra cosa que sumisión… por nuestro bien. También extraño si volvemos a
compararlo con la cifra de 15.000 muertos en 2018, según redaccionmedica.com.
Por otra parte, veía yo el pasado día 27 de abril, en un
periódico de tirada nacional, el siguiente cuadro:
En España se han
registrado hasta hoy 21.917 positivos, 24.275 fallecidos, 108.947 recuperados.
En el mundo, 3.098.54 diagnosticados, 217.660 fallecidos y
917.158 recuperados.
Bien. Si un lector
vive el confinamiento despavorido por el miedo al contagio y otro lector vive
despreocupado razonablemente y además no asiste al espectáculo diario de las
televisiones, tanto públicas como privadas, sobre el avatar, leerá de una manera distinta esas cifras y su comparación. El primero se detendrá
en los guarismos porque ni ve ni quiere saber del asunto más allá de las mismos. Y eso lo sabe el medio que las publica o divulga. Lo
único que sabe el medio es que ahora nada “nos” puede (ni nos debe) interesar más. También sumamente extraño. Pues,
de todos es sabido que el miedo y el pánico por sí mismos hacen estragos, tanto
en el individuo por separado como en los colectivos en los que el pánico se
contagia más rápidamente que la gripe, y sus efectos pueden ser
exponencialmente funestos. Y también sabemos que una sola palabra por sí misma puede causar esos efectos en función
de quien la diga y de las circunstancias en que las
pronuncia. Decir al niño en tono de alarma ¡que viene el lobo! o, como se decía
o se dice en los Países Bajos ¡que viene el duque de Alba¡ puede causarle un
trauma. Decir un médico a su paciente desprevenido: "tienes
cáncer", es robarle parte de su vida. Decir, en fin, ¡pandemia! es multiplicar el pánico por mil, y si todos los medios a diario y a
todas horas se hacen eco de la “noticia” de los contagiados y
de los muertos, esa desafortunada decisión multiplica los efectos por un millón. ¿Estuvieron
presentes entre los consejeros del gobierno sociólogos y psicólogos aventajados
que valorasen el proceder de los medios de comunicación en relación a la salud
y especialmente a la salud nerviosa y mental? Sin embargo, teniendo en cuenta
que los fallecimientos son inexorables tanto en España como en el mundo en
cualquier momento y lugar porque el ser humano todavía es mortal, el segundo se
preguntará: primero ¿cuántos fallecidos hubo en España y en el mundo el pasado
año en el mismo espacio de tiempo y entre las mismas fechas? Segundo ¿cuántos
fallecidos hubo el pasado año, en el mismo espacio de tiempo y entre las mismas
fechas por la gripe común? Esto ahora no nos consta. Habría que investigar en
Google o en cualquier otro documento estadístico no virtual. Porque pudiera ser
que la suma de fallecidos en España y en el mundo por gripe “normal” y por neumonía “normal” el pasado año, no fuese
muy diferente. Pudiera ser que lo que altera la percepción e importancia de los
fallecimientos es la etiqueta pandemia, no la realidad en sí del número total de fallecidos por enfermedades concomitantes con este virus.
Para que se distinguiese “esta” causa de fallecimiento
como independiente del fallecimiento de las otras dos, es decir, de la gripe
común y la neumonía, deberíamos conocer también cuántos en el mismo periodo de tiempo han fallecido por
gripe común y por neumonía. Lo que complica mucho la cosa, pues da la impresión
de que la inmensa mayoría de los fallecimientos por enfermedades respiratorias,
se están metiendo en el mismo saco de los fallecidos por el Covid19. También
extraño. También sospechoso.
Lo cierto es que hay muchas razones para la sospecha. El
coronavirus es otra más de las modalidades de gripe, muy agresiva, pero a pesar
de todo no parece llevar el camino de la gripe española de 1918 citada. Aquella
se cebó en cuerpos sumamente debilitados por la guerra. La escasez de
autodefensas por depauperación generalizada, debió ser la causa de la causa de
la extraordinaria actividad de aquel virus. La prueba es que no se ha
reproducido nada parecido, hasta hoy. Pero en los tiempos actuales, la
desnutrición hay que descartarla. Si acaso puede ser la causa en la Residencias
de ancianos privadas, donde se adivina su fantasma, pues muchas de ellas
pertenecen a “fondos buitre” y lo privado no hace concesiones a otra cosa que
no sea el beneficio...
En suma, todo apunta desde un principio a un tenebroso y
solapado interés justo en potenciar la alarma y acobardar al pueblo.
Lo que asimismo es cierto es que no existe ni ha existido
nunca antibiótico capaz de curar la gripe. Sólo las defensas naturales de cada
organismo y el paso de aproximadamente de una semana a quince días en cama,
terminan venciendo con suerte el proceso mórbido. De modo que si se insiste
ahora en el intento de curar la gripe, sería para encontrar el antibiótico, el
fármaco, el antídoto correcto que hasta ahora no ha sido hallado. Pero en modo
alguno una vacuna es aconsejable por mucho que se hable de ella. En numerosos
casos, algo que también sabemos los mayores, la vacuna contra el virus de la
gripe causa en muchos organismos desarreglos, trastornos y efectos contrarios a
los deseados. En buena medida porque muta. Y con mayor motivo si, como muchos
sospechamos, el Covid19 tiene una estructura artificial deliberadamente mutante.
Otra cosa es que este virus pueda ser un producto
artificial de laboratorio, y que además se haya fabricado con fines más allá de
los experimentales virológicos. Porque entonces su efecto estaría controlado
por sus fabricadores. Tambien esto entre de lleno en la sospecha. Pero tampoco,
en otro plano del discernimiento, es extraño. Pues lo mismo que la moral y la ética exigida
en la vida de la paz no sirven para nada en tiempos de guerra, quienes están en
las alturas de la sociedad mundial carecen de principios rectores de conciencia.
Como si estuviesen en guerra permanente. Sólo se guían por el instinto del
depredador sin apetito. Por eso, entre unas y otras cosas, insisto en que no
debe extrañar la sospecha en torno a lo que está ocurriendo. No sólo lo que
ocurre en los Centros de Salud y en el número de los que fallecen; y no sólo en
lo que sucede en las Residencias de mayores, sino también en los bastidores de
quienes gobiernan verdaderamente el mundo. Me refiero a esos que manejan, en lo
fundamental, al títere político de turno de cada país. En cualquier caso la
sospecha se agiganta. No sólo por los raros efectos que hacen suponer que
estemos ante un virus producto de laboratorio, además dirigido a genes
concretos, sino porque está asociado el trance a un sistema y a una economía de
corte liberal por la que se rige el mundo que, desde 2008 viene dando señales
de caminar a la quiebra final, si no está ya.
Periodistas notables, como el ruso Daniel Estulin, y
otros españoles, y el Nobel de Medicina de 2018 japonés, que luego al parecer
se desdijo, vienen asegurando con profusos y contrastados datos que el virus de
este año no es natural y ha venido siendo ensayado desde hace años. Incluso el
mismísimo biólogo francés, Luc Montagnier, de 87 años, Nobel de Medicina en 2008, afirmaba hace unos días
que el coronavirus causante del Covid19 es de fabricación humana; es decir, una
obra de ingeniería virológica que sólo puede tener una finalidad públicamente
inconfesable…
Con ello no me resisto a la tentación de calificar como
posiblemente desfigurado o falseado el número de los fallecidos exactamente
atribuido a este virus. No me resisto a la tentación de calificar como
sospechosa la declaración de pandemia. Y, sobre todo, no me resisto a la
tentación de ver un extraño interés en engrandecer la acción letal de este virus, siendo así que la víctima
principal es la población más vulnerable. Como siempre, la gripe se ha llevado
por delante a los enfermos crónicos y a los ancianos sin defensas a quienes en
muchísimos caos y desde hace mucho tiempo sólo les une un fino hilo a la vida.
Y no me resisto a la tentación de pensar, en fin, que dado un sistema
socioeconómico donde el pillaje, el materialismo superlativo y la ambición, al
lado de la miseria, reinan y gobiernan, a nosotros, a los ancianos, va dirigido
el virus de la gripe en esta oportunidad.
De momento, me atrevo a decir, para terminar dos cosas en
el plan de vaticinio fácil al que me refería al principio: una, que debemos ir
haciéndonos a la idea de que al final, como después de una guerra, nos espera
un país devastado que hay que reconstruir; y otra, que los pensionistas que no
hayamos sucumbido a este virus "inteligente" dirigido desde un
laboratorio intencionadamente contra los mayores, ya podemos ir haciéndonos
también a la idea de un recorte importante de nuestra pensión…
Resumiendo. La impresión del anciano se diversifica en
los siguientes puntos:
1º el virus gripal de este año ha sido elaborado concienzudamente
en el Laboratorio y está dirigido en un principio, aun con daños colaterales,
como una flecha sólo a la anciadad maltrecha, como punta de lanza para diezmar
la población mundial, a lo que seguirán nuevos brotes con el mismo fin.
2º que la sospecha de su autoría se la reparten diversos
personajes multimillonarios mundiales que poseen entre todos el 90º de la
riqueza del planeta, bien por separado, bien congregados en el Club Bilderberg,
Foro de Davos, etc., y bien para obtener extraordinarias ganancias a cuenta de
las vacunas, bien por motivos de “piedad”, bien o mal entendida.
3º que todo apunta a que la movilización de todos los
gobiernos alertando a la población sobre el virus de este año fue desigual;
unos se anticiparon porque habían recibido el aviso antes de que la OMS
declarase la pandemia, y otros esperaron a la declaración.
4ª que la economía mundial relativa a los países que
están en la órbita del capitalismo neoliberal se encuentra en estado de quiebra
técnica.
5º que la coincidencia del virus, sus estragos anómalos,
reales o desvirtuados, y las reacciones preventivas desproporcionadas de
algunos gobiernos, con esa quiebra no anunciada por ningún organismo pero
cierta, apuntan a que durante el tiempo de los confinamientos y en otros casos
de simples medidas relacionadas con el estado de alarma está teniendo lugar un
intento de reorganización económica en los países del sistema aprovechando el
aturdimiento general en todo el mundo.
6º que los países que no estén preparados para la
autarquía, es decir, para el autoabastecimiento, acabarán sufriendo una
hambruna de proporciones bíblicas como acaba de pronunciarse el jefe del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, David
Beasley.
7º que como consecuencia del actual estado de cosas y el peor
que se avista en el horizonte, se perfilan en todos los países gobiernos de
extrema derecha.
DdA, XVI/4485
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