sábado, 2 de mayo de 2020

LA ALEGRÍA DE VIVIR/ LA JOIA DE VIURE


Jacint Torrents
L'Actual (Castellar del Vallés)

En el maravilloso proceso de expansión del Universo, los habitantes de nuestro pequeño y privilegiado planeta sufrimos, de vez en cuando, las catástrofes de la naturaleza.
Las catástrofes que nosotros mismos provocamos cuando nos volvemos egoístas e individualistas. Y las que provienen de la materia de que está hecha la Tierra. No sé aún qué nos provoca más dolor y desventura. Si nuestra insolidaridad, el odio y la guerra... o los fenómenos de la naturaleza cuando, desatados, nos golpean duramente, como sucede con esta pandemia.
Estamos recorriendo todavía el camino que va de la hominización a la plena humanización. Somos homínidos en proceso. Y es obvio que no llegaremos a ser jamás ni el superhombre de Nietzsche, ni el Dios todopoderoso del jardín del Edén, como quisieran serlo tantos Adanes y tantas Evas. Si durante estos últimos años nos hemos creído dioses o supermanes, hoy un inesperado virus nos invita a sentir que formamos parte del barro de la tierra y a conformarnos con ser humanos, aprovechando el plus de inteligencia y de espíritu que, desde nuestro interior, nos puede ayudar a serlo plenamente.
Con todo, nuestro lugar en el cosmos es tan maravilloso y singular que no podemos sino invertir todos nuestros esfuerzos en hacer que cualquier ser humano se encuentre a gusto aquí, pueda vivir dignamente, se haga plenamente consciente y pueda sonreír a los demás. Que todos encuentren la alegría de vivir. Será nuestra tarea más gratificante.
Cuando escribo estas líneas ꟷSábado Santoꟷ poco se puede decir del sufrimiento que atenaza al mundo. Estamos silenciosos, absortos, expectantes. Y hemos de creer que -a pesar del desconcierto y las dificultades con que se encuentran- científicos, políticos, médicos, sanitarios, servidores públicos y tanta otra buena gente hacen todo lo que pueden o saben para detener la muerte, apaciguar el dolor y devolvernos a una vida normal, segura y tranquila.
En el libro del Génesis -esa antigua radiografía de nuestra condición humana-, Dios implica al ser humano en el dominio de la tierra. Lo que se lee hoy como una clara invitación al conocimiento, a la ciencia y al cuidado amoroso de nuestra casa común. Somos conscientes de que todavía no conocemos suficientemente las leyes de la naturaleza y que a menudo escatimamos nuestra ternura para con el mundo.
Es por ello por lo que todos no deberíamos preguntar, y sobre todo quienes estamos en edad de riesgo -que, por tener más años, podemos tener más culpa-, si hemos hecho todo lo que hemos podido para configurar este mundo a la imagen y semejanza del misterioso proyecto inicial.
Caer y levantarse, desfallecer y recuperarse, morir y resucitar son las dos caras de la misma moneda de la vida. Y hemos de creer que saldremos adelante. La fuerza primigenia de la Creación, del Universo, del Big Bang, nos empuja a continuar en el camino hacia la plenitud y el bien. ¡Ánimo y arriba los corazones!


    DdA, XVI/4484    

No hay comentarios:

Publicar un comentario