Lazarillo
Al día de hoy no he leído ni escuchado todavía una explicación convincente acerca de la pequeña incidencia -en comparación con Italia, Francia y España- del coronavirus en Portugal, nuestro vecino de poniente, cuya población apenas pasa de los diez millones de habitantes, una cuarta parte de la que tiene España.
Desde el comienzo del brote han muerto en Portugal 989 personas, 16 de las cuales fallecieron ayer, lo que equivale a un
aumento del 1.6%. Desde el 6 de abril, no ha habido un
aumento tan bajo en el número diario de muertes. Hay
25.045 casos registrados y 540 identificados en las últimas 24 horas, lo que
corresponde a una tasa de crecimiento del 2.2%, según datos del último boletín
epidemiológico de la Dirección General de Salud (DGS). Las cifras, publicadas este jueves, suman un total de 968 personas
hospitalizadas (12 menos que este miércoles), de las cuales 172 están en
cuidados intensivos (tres más que el
día anterior).
El periodista Manuel Carvalho firma hoy un artículo en el diario portugués Público (O novo fato de António Costa) que dice así:
"Si hay
una prueba definitiva de la madurez colectiva del país a partir de los últimos
45 días, está en su capacidad de comprender la gravedad del problema y la
respuesta que le dieron los portugueses. Los más escépticos recordarán con
razón a los cientos de detenidos que han burlado las reglas de confinamiento. Los más
dudosos afirmarán, con toda justicia, que esta responsabilidad colectiva es resultado del miedo, de la proverbial falta de audacia del país o de la respuesta
consensuada que todo el sistema político ha dado a la crisis. Pero lo que hemos aprendido es que los portugueses
actuaron como lo hicieron porque conocen la gravedad de la crisis y los costos
que tendrán que pagar para superarla.
"No me avergonzaría dar un paso atrás", garantizó António Costa, subrayando que cada paso adelante dependerá del anterior. "Lentamente, para llegar lejos. Y en 15 días, todo puede cambiar".
A España ya le está llegando la hora de aprender de Portugal. ¿A qué esperamos para ello? Por cierto, este Lazarillo no quiere dejar sin apunte la expresión con la que en Portugal llaman lo que aquí será "nueva normalidad". Allí será "estado de calamidad". Debemos aprender, ciertamente.
"No me avergonzaría dar un paso atrás", garantizó António Costa, subrayando que cada paso adelante dependerá del anterior. "Lentamente, para llegar lejos. Y en 15 días, todo puede cambiar".
A España ya le está llegando la hora de aprender de Portugal. ¿A qué esperamos para ello? Por cierto, este Lazarillo no quiere dejar sin apunte la expresión con la que en Portugal llaman lo que aquí será "nueva normalidad". Allí será "estado de calamidad". Debemos aprender, ciertamente.
DdA, XVI/4483
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