miércoles, 27 de mayo de 2020

EL VÍDEO DE VERÓNICA, TRES VECES ASESINADA


Pablo Álvarez
A Verónica la asesinaron tres veces, las dos primeras en vida, la tercera esta misma semana, justo un año después de su muerte.
Cuando difundieron el vídeo le dieron la primera muerte; cuando desfilaron por delante de su puesto de trabajo, como si éste fuera un escaparate del Barrio Rojo de Amsterdam, volvieron a matarla; y ahora, cuando la "justicia" ha decidido archivar el caso por "falta de autor conocido" del delito de descubrimiento y revelación de secretos, han descuartizado su memoria.
Verónica solo compartió el video con quien había sido su pareja, también trabajador de IVECO, la empresa para la que ella trabajaba.
El vídeo fue difundido en un grupo de WhatsApp de trabajadoras y trabajadores de la empresa.
Verónica fue acosada y vejada por muchos de sus compañeros de trabajo.
La empresa conoció por boca de la propia Verónica lo que estaba sucediendo y no tomó ningún tipo de medida disciplinaria, la única alternativa que le dieron a Verónica fue la de cambiarla de puesto de trabajo, o sea, esconderla hasta que amainara la tormenta.
Los hechos son los que son, pero ni los policías que llevaron a cabo la "investigación", ni la jueza del caso, han sido capaces de encontrar al responsable y a sus cómplices. Lo que me hace pensar que en ningún momento tuvieron intención de hacerlo.
Hace años la Audiencia de Madrid condenó a penas de prisión a los responsables de la grabación y difusión de un vídeo de carácter sexual protagonizado por Pedro J. Ramírez. Pedro J. Ramírez no se había suicidado, pero habían mancillado su honor y ensuciado su imagen, y ahí sí, en este caso, tanto la policía como los jueces, hicieron bien su trabajo. Investigaron hasta debajo de las piedras y los culpables purgaron por los delitos cometidos. Pero ni Verónica es Pedro J. Ramírez, ni la justicia es igual para todos.
El periodista era un hombre honorable, Verónica una mujer libertina, un objeto sexual de uso y disfrute. Esta es la justicia patriarcal que tenemos, la justicia apropiada para un país asquerosamente machista. Una justicia y unos mandos policiales que centran sus esfuerzos en criminalizar al feminismo, véanse los informes y el procedimiento abierto con motivo del último 8M, mientras las mujeres de este país siguen siendo sometidas, agredidas, acosadas, violadas y asesinadas con total impunidad.
Esta gentuza ha vuelto a asesinar a Verónica, que no descansen en paz hasta que ella no pueda hacerlo. Se lo debemos.
DdA, XVI/4510

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