Álvaro Noguera
Lazarillo
Mientras en Estados Unidos no deja
de crecer el número de fallecidos, ya más de 71.000 con más de 1.200.000 casos
positivos por COVID-19 y algunos estados haciendo lo que les parece, una breve y al menos extraña noticia asoma hoy a los medios, difundida por NBC: el asesinato
del doctor Bing Liu, investigador de la Facultad de Medicina de Universidad
de Pittsburgh. Liu –leo- estaba a punto de encontrar “hallazgos muy
significativos para comprender los mecanismos celulares que subyacen a la
infección por SARS-Cov-2 y la base celular de las siguientes complicaciones”.
Una hora después de que se descubriera el cadáver del investigador con varios
disparos en la cabeza, una segunda persona fue hallada muerta en un coche a un
kilómetro de distancia. Se trata de Hao Gu, y las pesquisas policiales apuntan
a que Gu mató a Liu antes de regresar a su vehículo, donde falleció como
consecuencia de una bala auto-infligida. Llama la atención que las dos víctimas sean ciudadanos chino-estadounidenses, aunque la policía se haya apresurado a decir que esa muertes nada tienen que ver con la COVID-19. ¿A qué tanta presura, que dirían nuestros clásicos?
DdA, XVI/4488
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