
Juanita Rico Hernández, una joven
militante de las Juventudes Socialistas, fue la primera víctima de los escuadrones
falangistas. Sirva el caso, la función de esos escuadrones durante la República
y la actividad represora de Falange en la Guerra de España para reconsiderar si
José Antonio Primo de Rivera fue una víctima de más de la misma.
Félix
Población
He querido ilustrar este artículo con la
portada correspondiente al diario republicano Luz, cuyo primer número salió a la calle el 7 de enero de
1932. El periódico estuvo relacionado en su gestación con el filósofo José
Ortega y Gasset y la Agrupación al Servicio de la República. Este movimiento
político lo encabezó en febrero de 1931 el propio Ortega, con Gregorio Marañón
y Ramón Pérez de Ayala, con intención de "movilizar a todos los españoles
de oficio intelectual para que formen un copioso contingente de propagandistas
y defensores de la República española", según se pudo leer en el manifiesto
fundacional publicado en el diario El Sol un mes más tarde. El
ejemplar de Luz al que me refiero corresponde al 19 de enero
de 1934 y en la portada se informa de la organización de un plan de violencia programada por parte del
fascio español contra el Estado republicano.
Los muchos asuntos que tenían ocupada a la
vicepresidenta segunda del Gobierno del PSOE, cuando la ejercía en funciones
antes de la vigente legislatura, quizá
le impidieron ilustrarse todo lo que
sería menester sobre la historia contemporánea de nuestro país, pero no le
faltarán asesores para que la pongan en antecedentes de lo que el falangismo
joseantoniano fue como organización represora, sobre todo en la retaguardia de
la Guerra de España. Hubiera evitado quizá afirmar, sin ningún matiz, que su
fundador fue una víctima más del conflicto armado. Es de resaltar que hasta
doce denunciantes de la llamada Querella Argentina contra la
represión franquista declararon en su día que "fueron víctimas de una
técnica de homicidios perfeccionada por la Falange Española, que denominaba
'paseos' los fusilamientos por la espalda de los presos a los que los
sublevados no sometían a un juicio y cuyos cadáveres eran dejados al costado
por los caminos".
El juicio al que fue sometido José Antonio
Primo de Rivera y por el que luego fue fusilado por conspiración y rebelión
militar contra el Gobierno de la segunda República, tiene su antecedente en el
programa de actividades terroristas que se consigna en la información publicada
por el citado periódico madrileño ese día, pocos meses después de la fundación
de Falange Española en el teatro de la Comedia de Madrid el 29 de octubre de 1933.
En ese lugar figuró durante muchos años del vigente régimen de 1978 una placa
conmemorativa del evento, siendo como era y sigue siendo teatro público y sede
de la Compañía de Teatro Clásico.
Tal como señala el historiador Paul
Preston, la extrema derecha se propuso durante el régimen instaurado el 14 de
abril de 1931, tras la celebración de unas elecciones municipales, una
confrontación definitiva y violenta en tres frentes más o menos
interrelacionados: la conspiración militar, las milicias carlistas y la
guerrilla urbana fascista. Tiene muy en cuenta a este respecto, en su último e
interesante libro Ángel Viñas (¿Quién
quiso la Guerra Civil?, Ed. Crítica), el papel jugado por los monárquicos
alfonsinos en la Italia mussoliniana, como si la entrevista publicada en el
diario ABC con Alfonso XIII a las pocas semanas de instaurada la República -haciendo
votos por la regeneración de España con
su regreso-, hubiera servido de punto de partida para la conspiración. A Falange Española le correspondía en ella,
tras su fusión en 1934 con las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista),
ejercer la violencia urbana para crear el correspondiente clima de
inestabilidad en las calles. "Funcionaría -señala Preston- como carne de
cañón de la alta burguesía, provocando altercados callejeros y ayudando a
generar la anarquía que, exagerada por la prensa de derechas, iba a
servir de justificación para el alzamiento militar".
Ansaldo (abrigo negro), con José Antonio y otros
Del fundador y líder de Falange Española
se pueden seleccionar textos tan significativos en esa línea como este
publicado en El Fascio el 16 de marzo de ese mismo año, en el
que se refería al Estado fascista italiano en estos términos: "El
Estado fascista, que debe tanto a la firme voluntad del Duce, sobrevivirá a su
inspirador, porque constituye una organización inconmovible y robusta. Lo que
pasó en la Dictadura española [en referencia a la de su padre Miguel Primo de
Rivera y Orbaneja, marqués de Estella y Grande de España] es que ella misma
limitó constantemente su vida y apareció siempre, por propia voluntad, como un
Gobierno de temporal cauterio. No hay pues, que creer, no hay
siquiera que pensar que nosotros perseguimos la implantación de un nuevo ensayo
dictatorial, pese a las excelencias del que conocimos. Lo que buscamos nosotros
es la conquista plena y definitiva del Estado, no para unos años, sino para
siempre".
CONTRA LA IDOLATRÍA ELECTORAL
Otro párrafo muy a considerar en esta
misma orientación combativa pertenece a
un artículo firmado en el semanario de escasa circulación Arriba, fundado en marzo de 1935 por el propio José Antonio Primo de Rivera,
que el 4 de julio de ese año mostraba clara y respetuosamente la estima que le
merecía la democracia: "Ya es hora de acabar con la idolatría
electoral. Las muchedumbres son falibles como los individuos, y generalmente
yerran más. La verdad es la verdad (aunque tenga cien votos). Lo que hace falta
es buscar con ahínco la verdad, creer en ella e imponerla, contra los menos o
contra los más".
En el año de la fusión que dio lugar a
Falange Española de las JONS se dieron a conocer los pistoleros de la llamada
Falange de Sangre -que nada tenía que ver con las donaciones altruistas
de nuestro preciado tejido líquido conectivo-, al frente de la cual estaba Juan
Antonio Ansaldo (1901-1954), un rico aviador al que Paul Preston califica de
playboy, que ya había sido jefe de los activistas monárquicos y había participado
en el temprano y frustrado intento golpista del general José Sanjurjo en agosto
de 1932, tan olvidado por los historiadores del viejo régimen y que, según
Viñas, sirvió de antecedente para que el mismo militar estuviera con José Calvo
Sotelo -hasta la muerte de ambos en sendos accidentes de aviación- al frente de
la primer plan golpista de 1936. En Falange obtuvo Ansaldo el cargo de Jefe de
Objetivos, al mando por lo tanto de los grupos paramilitares de choque que
tuvieron una serie de refriegas con militantes socialistas y comunistas. Muy
sonado fue el intento de estas bandas de volar la Casa del Pueblo de Madrid,
frustrado cuando la policía descubrió un gran alijo de armas y explosivos en su
poder.
Lino Rico, hermano de Juanita, mutilado por el atentado
Una de esas acciones de los escuadrones
falangistas fue atacar a los miembros de un grupo excursionista de las
Juventudes Socialistas en la Casa de Campo, con la consiguiente reacción
defensiva por parte de los agredidos, que se saldó con la muerte de uno de los
falangistas. Al poco –según solía ocurrir- llevarían a cabo estos la
consiguiente represalia en las inmediaciones del mercado de Olavide, al haber
identificado entre los socialistas que repelieron el ataque a Juanita Rico
Hernández, costurera de profesión, cuya familia tenía en ese lugar un puesto de
verduras que regentaba su padre, al que ayudaban sus tres hijos.
El asesinato se perpetró a bordo de dos
vehículos en los que iban los falangistas que intervinieron en la acción, una
vez estacionados los vehículos en la calle del Cardenal Cisneros, a la altura
del número 61, esquina con la calle Eloy Gonzalo. Eran las nueve de la noche
cuando se produjo un intenso tiroteo, que dejó visibles durante años los
impactos ocasionados por las balas en la fachada de un establecimiento de
tejidos. Los pistoleros dispararon a bocajarro contra Juana Rico y sus dos
hermanos. La primera falleció a los
pocos días, el 21 de junio de 1934, congregando en las calles una gran
manifestación de duelo el día de su entierro, y su hermano Lino quedó impedido
de por vida.
En una entrevista difundida hace meses por
la televisión pública estatal, la entonces vicepresidenta en funciones
considero a José Antonio Primo de Rivera una víctima más de la Guerra Civil.
Pretendía justificar así que su sepultura en la basílica del Valles de los
Caídos permaneciera allí, si bien en un lugar más discreto del que ocupaba al
lado de la del dictador, cuyos restos mortales fueron exhumados el año pasado.
Según Calvo, y a la vista de lo que el nuevo Gobierno de coalición decida con
relación a la posible resignificación del Valle de Cuelgamuros como lugar de la
memoria, el fundador de Falange Española "forma parte de las más de 33.000
víctimas de los dos bandos" que están inhumadas en ese lugar. Con ello, la
supina ignorancia de la señora vicepresidenta igualaba a victimarios y
víctimas, habiendo perdido la vida muchas de estas -como la joven militante
socialista Juana Rico- a manos de los miembros de la organización fundada por
quien fue ensalzado como mártir de la "cruzada" por el dictador.
Entierro de Juanita Rico
Para el pensador Reyes Mate, José Antonio
Primo de Rivera no fue una víctima sino un “beligerante”, una persona que propició el golpe
militar del 18 de julio de 1936. “Por
un lado José Antonio Primo de Rivera fue una víctima en el sentido de que murió
delante de un pelotón de fusilamiento –sostiene Paul Preston-. Por otro lado,
con su retórica de ‘la dialéctica de los puños y de las pistolas’, contribuyó a
provocar la guerra de la que fue una víctima". A propósito de esa
dialéctica conviene recordar lo que decía el líder falangista: “¿Quién ha dicho […]
que la suprema jerarquía de los valores morales reside en la amabilidad? ¿Quién
ha dicho que cuando insultan nuestros sentimientos, antes que reaccionar como
hombres, estamos obligados a ser amables? Bien está, sí, la dialéctica como
primer instrumento de comunicación. Pero no hay más dialéctica admisible que la
dialéctica de los puños y las pistolas cuando se ofende a la Justicia o a la
Patria”. Para el fundador de Falange, que en 1933
suscribe un acuerdo con los monárquicos de Renovación Española en el que aboga
por “un sistema de autoridad, jerarquía y orden” de carácter corporativo,
totalmente identificado con la iglesia católica y sin presencia de los partidos
políticos, “la violencia es lícita al servicio de la razón y la justicia”. Considera Preston que tras su arresto en
marzo de 1936, José Antonio se mostró horrorizado por la guerra en una última
entrevista publicada poco antes de su ejecución, pero pese a esa rectificación
final el historiador británico entiende que, si nos atenemos al balance global
de su biografía, no se le puede considerar como víctima, aunque su ejecución
fuera un gran error.
También
se cree que José Antonio fue una víctima del general Franco y del franquismo.
Se recuerda en este sentido que el dictador tuvo la posibilidad de salvar su
vida cuando estaba preso en la cárcel de Alicante, a cambio de la del hijo de
Francisco Largo Caballero, jefe del Gobierno por entonces, y no lo hizo. El
resultado de tal decisión fue muy provechoso para el general Francisco Franco y
su causa, pues no sólo eliminó a un importante rival político, en tanto que
jefe nacional del partido único de Falange Española de las JONS, sino que puso la peana para
gestar a un mártir súbito en provecho de su cruzada nacional.
Para
tal fin había que empezar por el principio y el mismo año en que las banderas
victoriosas del régimen naciente
ondeaban recientes “al paso alegre de la paz”. El 30 de noviembre de
1939, el féretro con los restos mortales de José Antonio Primo de Rivera era recibido
por el nuevo Jefe del Estado en el monasterio de El Escorial para ser inhumado
a los pies del altar mayor de basílica. La solemnidad del evento tendría aún su segunda parte
con un tercer entierro no menos solemne del fallecido el 31 de marzo de 1959 en
el lugar que actualmente ocupa en el llamado Valle de los Caídos, un día antes
de su inauguración oficial, porque con toda seguridad el dictador lo
considerara una víctima de la guerra.
Compañía Juanita Rico, durante la guerra
¿VÍCTIMA DE LA GUERRA JOSÉ ANTONIO?
En sus declaraciones al citado medio
público, la señora Calvo, bajo el improcedente, mal usado y tan abusado
término "bandos" -mucho más si es ella quien lo utiliza- igualó a un
Gobierno legalmente constituido y al bando -este sí- de los generales felones
que se alzaron en armas para derrocarlo, aunque ello pudiese costar -como
costó-, la más trágica guerra de nuestra cuatro guerras civiles y una dictadura
cruelmente represora, con un primer periodo caracterizado por los miles de
ejecuciones llevadas a cabo contra quienes se opusieron al régimen impuesto a
sangre y fuego. Muchos militantes del Partido Socialista Obrero Español fueron
víctimas de esa represión, empezando -dos años antes de la gran masacre- con la
jovencísima costurera madrileña Juanita Rico Hernández.
Poco después de las recordadas
manifestaciones de la vicepresidenta del Gobierno, el Ateneo de Madrid, otrora
la más caracterizada institución de la inquietud intelectual, cultural y
política desde hace casi dos siglos, acogió el pasado 26 de octubre un acto de
Falange Española -con motivo del aniversario de la fundación de este partido-,
en el que se exaltó sin reservas la dictadura franquista y se atacó a la
Constitución vigente por “antiespañola”, como si hubiera sido gestada por las
hordas judeo-masónico-marxistas derrotadas por el extinto caudillo por la
gracia de Dios. Es de tener en cuenta
-revisando la historia contemporánea- que hace ochenta años, cuando las tropas
franquista entraron en Madrid para declarar "al ejército rojo cautivo y
desarmado", Falange Española y de las JONS incautó el Ateneo, se llevó sus
archivos –todavía no recuperados-, robaron las obras de arte y hasta
arrancaron los frisos masónicos, persiguiendo y denunciando a no pocos de
sus socios que fueron fusilados o encarcelados. En su lugar se instaló
la Delegación Provincial de Educación Nacional, poniendo fin a casi dos siglos
de investigación, debates y conocimiento, que desde 1820 -en palabras de
Alejandro Díez Torres- "ensancharon el horizonte
intelectual entre generaciones, con gran intercambio de ideas y experiencias
diversas, para contraste y enriquecimiento cultural de la sociedad
española".
El año pasado, el Ateneo de
Madrid recibió una ayuda pública de 350.000 euros y entre las
facultades de la propia directiva del Ateneo, respecto a los actos externos a
celebrar en el centro previo pago del alquiler correspondiente, está de permitir
o denegar según su criterio la celebración de los mismos, tal como ocurrió en
2013 bajo la presidencia del filósofo Carlos París. La respuesta entonces fue
negativa a la petición formulada por Falange Española de las JONS para conmemorar también allí su
aniversario fundacional, tal como recordó no hace mucho Miguel
Pastrana, secretario y coordinador de actos en la junta de gobierno
presidida por París entre 2009 y 2014. Da la impresión de que el histórico
centro, corazón antaño de las conspiraciones republicanas y de nuestra memoria
democrática, ha sido en extremo condescendiente frente a la misma organización
que no hace mucho persiguió a sus socios y expolió su patrimonio, sin que tan
significativo percance llamase excesivamente la atención en una etapa en que la
extrema derecha ha regresado al vecino palacio de la carrera de San Jerónimo
con más de medio centenar de escaños.
PS. Incorporo a este artículo, como
curiosidad anexa al primer asesinato del fascismo en España, el obituario que con
motivo del que acabó con la vida de Juanita Rico escribió Melchor Rodríguez
(1893-1972), que llegó a ser alcalde de Madrid durante un periodo de la Guerra
Civil, y al que se le calificó como El ángel rojo por su
intensa labor humanitaria en evitación del asesinato de presos de ideología
conservadora, algo avalado y reconocido por muchos de ellos,
mientras se mantuvo al frente de la Delegación de Prisiones.
*Artículo publicado en el número de abril de 2020 de El viejo topo
DdA, XVI/4458
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