Félix Población
El país al que pertenecemos y de cuya belleza y pluralidad cultural de lenguas y territorios estamos naturalmente prendados, no debería contar entre sus lacras con la de un partido político que por decisión de los ciudadanos que lo votaron tiene representación parlamentaria. Lo permite la democracia y a ella nos debemos porque, por defender la democracia y las libertades, el país al que pertenecemos soportó una guerra, una posguerra y una dictadura de casi cuatro décadas, afín con el pensamiento de la renacida ultraderecha española. De esta no cabía esperar otra cosa, mientras España entierra a diario cientos de muertos como consecuencia de la más cruenta epidemia que ha sufrido esta nación en un siglo, que la instrumentación política de esas víctimas. A ese supuesto fotomontaje anónimo difundido por Vox, con la Gran Vía madrileña repleta de ataúdes a fin de atacar al Gobierno y los medios de comunicación, sólo se me ocurre replicar con la magnífica viñeta de Eneko. A la vomitiva miseria moral de los criadores de tal ignominia, unen estos el insulto a la inteligencia del lector que supone hacer creer que imágenes de tan miserable y abortiva gestación mental forman parte del anónimo y masivo sentido crítico de la población. El diario británico Financial Times reflejaba recientemente que sólo en España se está dando el caso de una oposición política que no afloja en presionar políticamente al Gobierno en una coyuntura como la actual. A sus redactores les faltaba ver esta basura para colmar esa crítica.
LA OPOSICIÓN EN PORTUGAL, TAN CERCA, TAN LEJOS
El líder de la oposición en Portugal, Rui Rio (PSD), ha dado una lección a aquellos políticos que, en vez de centrarse en luchar contra la crisis del coronavirus, están continuamente luchando entre ellos. “Señor primer ministro, cuente con nuestra colaboración. Todo lo que podamos, ayudaremos. Le deseo coraje, nervios de acero y mucha suerte. Porque su suerte es nuestra suerte”, ha dicho en una comparecencia en el Congreso portugués.
DdA, XVI/4458
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