jueves, 23 de abril de 2020

LA DIGNIDAD DE LA DERECHA PORTUGUESA Y LA BAJEZA MORAL DE LA ESPAÑOLA


Félix Población

El señor Rui Rio, presidente del conservador Partido Socialdemócrata (PSD), la primera fuerza política de la oposición en Portugal, ha remitido una carta a sus militantes en la que alerta de que atacar al Gobierno del socialista António Costa en estos momentos “no es patriótico” y llama a la unión del país: “Lamentablemente, en la vida política no siempre se da esa unión contra un enemigo común, pues no es raro que aparezcan los que no resisten la tentación de intensificar los ataques al Gobierno de turno, aprovechándose partidariamente de las fragilidades políticas que la gestión de una realidad tan compleja acarrea siempre”, escribe en la misiva. “En mi opinión, esa no es, en este momento, una postura éticamente correcta. Y no es, además, una posición patriótica”.
El iberismo es definido como "la doctrina que propugna la unión política o una especial relación sociopolítica entre España y Portugal". Iberistas fueron Unamuno, Pessoa y Saramago, quien fabuló en una de sus obras, "La balsa de piedra", con la separación física de la península ibérica del resto de Europa, obligando a españoles y portugueses a encontrarse y reconocerse como un solo pueblo. La idea de la unión de los pueblos peninsulares, que tuvo especial éxito a finales del siglo XIX coincidiendo con otros movimientos de unificación como los de Italia y Alemania, no está completamente desaparecida.
En 2013 se creó en Portugal el Movemento Partido Ibérico, al que siguió poco después en España el Partido Ibérico (Íber). Ambos firmaron en octubre de 2016 la llamada "Declaración de Lisboa", que apuesta por una Comunidad Ibérica de Naciones -incluida Andorra-, y trabajan para presentar una candidatura conjunta a las elecciones europeas de 2019.
Mucho me temo, sin embargo, que esa idea por la que siempre he abogado desde que leí a los citados autores, tiene en nuestro país un gran inconveniente histórico: en España hemos vivido y sufrido hasta cuatro guerras civiles, la última con muy graves consecuencias en todo el devenir del siglo XX, y si en Portugal los antagonistas políticos son capaces de mantener posturas como la del líder de la oposición conservadora en estas adversas circunstancias, quizá se deba a que no son descendientes de ese pasado incivil.
Es ante coyunturas como la que España vive estos meses y ante actitudes tan cerriles y miserables como las de nuestra derecha ayer una vez más en el Congreso cuando cabe preguntarse, nuevamente, hasta qué punto persiste en sus líderes la biliosa tara de ese gerracivilismo contumaz que ciega su razón cada vez que las urnas les niegan el Gobierno del Estado.
BAJEZA MORAL SIN LÍMITES DE LA DERECHA ESPAÑOLA
Fernando de Silva
Si nadie lo remedia, el coronavirus puede llevarse por delante la democracia y la decencia, hasta límites que nadie podía imaginarse hace algo más de un mes; el populismo juega con los muertos para intentar derrocar a quienes ostentan el poder legítimo salido de las urnas, y se aprovecha de la desesperación de muchos ciudadanos para llevárselos a su terrero. Es indigno, e indecente, pero les puede dar resultado, a juzgar por lo que se lee y se escucha en las redes y en los medios de comunicación.

Quienes así actúan saben que no pueden soltar la presa, y cada día se lanzan a la yugular del gobierno para buscar un culpable y obtener así la cabeza de Pedro Sánchez, aunque sea a costa de dejar el país en la miseria y sin principios en donde agarrarse. El espectáculo de ayer en el Congreso así lo corrobora, y quien piense que puede haber algún tipo de diálogo, se equivoca.

Pero esto no solo ocurre en España, porque la pandemia está extendida por todo el mundo. Sin ir más lejos, y sin contar los populismos que ya gobiernan, en Italia la mafia se aprovecha de la situación para ganar terreno concediendo créditos abusivos a los más necesitados; como lo está haciendo el mundo del narcotráfico en algunos países sudamericanos, repartiendo ayudas con el dinero obtenido de la droga. Son maneras de ganar, controlar o condicionar las mentes de muchos.

Una situación como la que padecemos saca lo mejor y lo peor de las personas, pero mucho me temo que esto último se ha puesto de moda en una sociedad en la que priman más los derechos sobre las obligaciones, y la manipulación de las mentes juega un papel muy importante. Todo son exigencias, todo son críticas… y quienes manejan lo hilos de las tácticas obscenas lo saben y juegan su juego.

El Gobierno y los partidos que lo sostienen han preferido renunciar al cuerpo a cuerpo; pero de seguir esta situación de acoso y derribo, quizás no les quede otra solución que cambiar de táctica. No olvidemos que la resistencia humana tiene sus límites.

Aún así buenos días, y a cargar pilas para sobreponerse a esta situación.



      DdA, XVI/4474     

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