David M. Rivas
La religión perjudica seriamente a la salud. El ministro de sanidad israelí, el ultraortodoxo Yaakov Litzman, ha dado positivo por covid, lo mismo que su mujer. Esta comunidad es la más afectada del país. Litzman, del partido Judaísmo Unido por la Torá (¡vaya nombrecito!), dijo que el covid se curaría a través del Mesías, por lo que era necesario mantener abiertas las sinagogas y las celebraciones del Pésaj, la pascua, que empezó el día 8, fiesta religiosa central para los judíos y muy especialmente para los integristas, que suelen ser familias numerosas de baja renta, con viviendas muy pequeñas y que se rigen por sus propias leyes, a veces incluso en rebeldía con relación a las leyes israelíes, las de un estado laico según su constitución. Pero sus votos son necesarios para Netanyahu, en un país de sistema electoral estrictamente proporcional. Fijémonos en la barbaridad: estamos hablando del ministro de sanidad de uno de los países más avanzados científica y tecnológicamente del mundo. El caso es que, por haber compartido espacios con este individuo, están en cuarentena el primer ministro, el jefe de los servicios secretos y el jefe del estado mayor. ¡Vaya aliado que les salió a los palestinos! La religión va a acabar con el pueblo elegido. Tiene guasa el asunto. Además, parece ser que Litzman dijo hace unas semanas (hay controversia) que el coronavirus este era un castigo a los homosexuales. No sé qué dirá su mujer. En fin…
DdA, XVI/4461
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