sábado, 11 de abril de 2020

DAVID ACERA Y LA NARRACIÓN ORAL A DOMICILIO




 

Lazarillo

Quienes estamos remotamente lejos de la niñez y tuvimos la oportunidad de asomarnos a la literatura gracias a la radio, somos muy conscientes del impacto que la narración oral tuvo en nuestros días infantiles, cuando la imagen sólo la podíamos encontrar en las pantallas de las salas de cine. Por eso quizá, cuando nos reencontramos con un narrador oral que salta a la vista de nuestras pantallas de plasma en estos tiempos de provisional confinamiento, no podemos eludir la escucha, máxime si quien cuenta las historias lo hace con la excelente y entusiasta profesionalidad de David Acera, que todos los días se comunica con sus jóvenes oyentes y les narra un cuento domiciliario con una muy creciente y buena audiencia. Esto último sólo puede obedecer al hecho de que entre su público se sabe muy bien cuando los cuentos suenan desde dentro y cuando no:

Desde el primer día del Estado de Alarma se conecta en directo desde sus redes sociales para contar un cuento. No ha fallado ni un solo día, con una audiencia que ha llegado a las 10.500 reproducciones en alguna de sus historias. Cuentos clásicos, fábulas, historias para bebés… Los pequeños interactúan con el narrador en cada sesión y después le envían sus dibujos. “Me está ocupando todo el día, respondo a cada niño y cada niña. Es una pequeña revolución, cuando empecé no pensé que tendría tanto éxito y utilidad”, relata este ovetense.

“Cuando estalló el Estado de Alarma y el confinamiento y tomé conciencia de la situación grave que atravesábamos empecé a pensar cómo podría ser de utilidad y cómo yo mismo podría encarar una situación en la que mi actividad, normalmente frenética, iba a frenar de golpe, o eso creía yo en ese momento. Pensé en las niñas y en los niños, en las familias, y que realmente podrían estar pasándolo un poco apretado y eso pensando que también en el confinamiento hay desigualdad y no es lo mismo para un niño disponer de un chacho de prado, un patio, una terraza o un piso amplio, que tener que pasar el confinamiento con papa, mamá y la abuela en un piso de 50 metro cuadrados. Hablando con un amigo surgió la idea de contar cuentos desde caso, le di unas vueltas y me puse con ello sin más pretensión que la de resultar de ayuda a alguna de las familias que habitualmente me siguen. El resultado la verdad es que me abrumó”, relata David Acera sobre el inicio de su aventura cibernética.
El anuncio inicial fue compartido por decenas de miles de personas y de repente se encontró con una audiencia fija de cientos de familias que le ven en directo a las 12:30, y además varios miles más que se descargan los videos desde su Facebook por las tardes y por las noches. Eso y los cientos de mensajes y comentarios que le llegan cada día tanto de las niñas y niños como de sus padres felicitándole, o diciéndole lo importante que es en su día a día actual le “abruma” por momentos y le da “mucho sentimiento de responsabilidad”, tal y como explica.
Acera reflexiona sobre su profesión, la narración oral. “Los trabajadores del mundo de la cultura estamos prestando estos días nuestro saber hacer, en muchos casos, de manera voluntaria, para poner nuestro grano de arena. Cuando empecé a trabajar en el teatro tenía claro que lo hacía desde una perspectiva artística pero también de servicio público. La Cultura es un Derecho Humano y todos los seres humanos deben de poder disfrutarla, empezando por supuesto por la infancia. Sin eso no hay igualdad de oportunidades que valga”. En este sentido está muy agradecido, explica, del apoyo de ayuntamientos como el de Mieres. “Estos días es muy agradable ver como ayuntamientos como el de Mieres, no de los más grandes pero sí con gente con un fuerte sentido de comunidad, de lo común, han decidido producir cultura online con un doble objetivo: que siga fluyendo hacia la ciudadanía y que ayude a los trabajadores de la cultura en estos momentos tan duros para todos. Sólo queda agradecer situaciones así”, sostiene el ovetense.
El confinamiento también ha afianzado, de algún modo, su confianza en el ser humano. “En cuanto tuvimos que quedarnos “solos” en casa lo primero que intentó la gente fue buscar lazos de conexión, crear comunidad, aunque fuese a distancia. Creo que ésa es de las cosas que más nos identifica como seres humanos: lo social, lo común… y el cuento tiene algo atávico que sirve para eso, que nos conecta nuestro ser más ancestral y auténticamente humano. En pleno siglo XXI, historias cuyo origen se remonta a la noche de los tiempos siguen manteniendo toda su capacidad de emocionar. No sé, me alucina, en días como hoy creo que tengo un trabajo maravilloso y útil. Voy a preparar el cuento de mañana que la comunidad cuentera me espera”. (Publicado en El Carbayón)

DdA, XVI/4462

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