sábado, 29 de febrero de 2020

EN MEMORIA DE ÁNGELA LOSADA, LA MUJER MÁS VALIENTE


Santiago Macías
Autor de El monte o la muerte.
La vida legendaria del guerrillero antifranquista Manuel Girón

Acabo de conocer la triste noticia del fallecimiento de Ángela Losada, una de las mujeres más valientes que he conocido.
Nacida en el seno de una familia de izquierdas de Sobrado, en El Bierzo, tras el estallido de la guerra y el asesinato de su padre, la familia al completo empezó a colaborar con los primeros grupos de huidos, que más tarde se organizarían en torno a la primera guerrilla de la posguerra.
En 1943, la guardia civil descubre la presencia de varios guerrilleros en la casa familiar de Ángela, quemando el domicilio y asesinando a una vecina de Sobrado. Temiendo las represalias, su madre -Alpidia García- se unió a los hombres del monte. Y a pesar de su minoría de edad, Ángela fue juzgada y encarcelada durante seis años. Tras el asesinato de su madre y de dos de sus compañeros, que tuvo lugar en Villasinde el 17 de marzo de 1949, Ángela fue puesta en libertad. Pero nunca dejó de defender sus ideas. Así lo recordaba hace unos años:



“El pueblo entero de Sobrado era de izquierdas. Esto se demostró en las elecciones del Frente Popular, cuando sólo dos vecinos votaron a las derechas. En represalia, cuando estalló la guerra, las fuerzas fascistas vinieron al pueblo. Venían con ametralladoras. Entraron falangistas, curas, guardias civiles, todos matando a todo el mundo, sin preguntar, les daba igual quién fuera, incluso mataron a gente que no era del pueblo, pero que ese día estaba ahí. Sacaron a gente de las camas, gente que no sabía nada de política, y los mataban. Mi padre huyó al monte con su hermano. Luego se pusieron a quemar las casas. La nuestra también.”
“Nos pusimos a colaborar todos con la guerrilla, mi hermano mayor estaba haciendo el servicio militar y les traía balas. Los guerrilleros confiaban mucho en mí. Yo iba a comprarles ropa, a arreglarles calzado. Una vez un zapatero se dio cuenta, pero por suerte también era enlace o disimuló, y no me pasó nada. También les iba a por libros de la República. Los escondía en un cesto muy grande y por encima ponía muchas peras. ¡Pesaban más los libros que yo!”
“Tras el combate en nuestra casa me encarcelaron. La cárcel de León era horrible. Dormíamos en el suelo, unas pegadas con otras, casi unas encima de otras, y pasamos mucha hambre. El menú diario era un chusco de pan para comer y otro para cenar y una especie de café de hierbas, o agua hervida con pan. Allí convivíamos las presas comunes con las políticas, y yo no me llevaba muy bien con las comunes.”
“No puedo entender cómo los obreros pueden votar a las derechas, y más con esta crisis, ¡si la hicieron ellos! La derecha no se conforma con cualquier cosa, lo quieren todo, y nunca van a ayudar a las izquierdas a gobernar. Yo estaría dispuesta a dar parte de mi pensión si con eso saliéramos de la crisis. Los jóvenes lo tienen complicado, pero tienen que tener paciencia y no cambiar la chaqueta, estoy segura que van a venir tiempos mejores.”

Descansa en paz, Ángela

DdA, XVI/4421

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