Lazarillo
Mi estimado Pablo Batalla, autor de un reciente y magnífico libro titulado La virtud de la montaña. Vindicación de un alpinismo lento, ilustrado y anticapitalista (Ed. Trea), comenta hoy con atinado y memorioso sentido de la oportunidad esta ilustración publicada en el primer número de la revista Las Españas, publicado en 1946 y vinculada a los republicanos españoles que vivieron el exilio en México. Se trata de un Quijote atravesando con su lanza el yugo y las flechas de Falange. Aquel exilio formó parte de una Numancia errante, en palabras de Luis Araquistain, con don Claudio Sánchez Albornoz viviendo en dos relojes gemelos la hora de Buenos Aires y la de España, según recuerda Batalla y pude comprobar en su día en palabras del propio historiador. 
 "Toda aquella gente, sin embargo -escribe Pablo-, era 'la anti-España' para los caínes 
sempiternos que hoy volvemos a padecer; que hoy vuelven a autoarrogarse 
el reparto de certificados de españolía. Martínez-Almeid a,
 inefable alcalde de Madrid, acaba de tuitear que «hoy el grito de los 
españoles es un clamor: no al pacto de Pedro Sánchez con delincuentes 
que quieren romper España». Los españoles. Fuera de esa mierda de infame
 manifestación y del gritar esa basura, todo es campo para esta 
clerigalla de pseudo-amantes de la patria. Y podemos agradecer al menos,
 que, de momento, no se pongan a exterminar a quienes no pasen el 
examen, pero más nos vale estar alerta: con esta gentuza que ama España 
como un maltratador a la mujer a la que maltrata y que, dijera lo que 
dijera Calvo Sotelo, prefiere con mucho una España rota (rota por 
dentro, devastada) antes que roja, nunca se sabe".
              DdA, XVI/4371            

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