sábado, 4 de enero de 2020

ROTAS LA UNILATERALIDAD Y LA REPRESIÓN EN CATALUÑA, BIENVENIDO SEA EL DESHIELO


Jordi Évole
La Vanguardia

Recuerdo cuando durante la Navidad en este país no pasaba nada. La actualidad se paraba el 24 de diciembre con el discurso del Rey y no se retomaba hasta después de Reyes. Por medio, nos entreteníamos el 28 encontrando las inocentadas de los periódicos. Hoy la mayoría de los medios han renunciado a colarnos noticias falsas el día de los Inocentes, y algunos han decidido hacerlo durante todo el año. El 31 nos poníamos frente a la tele a ver el especial de Martes y 13, que sería tema de conversación durante días. O esperábamos a que a una cantante italiana se le saliera un pecho mientras cantaba, que sería tema de conversación durante años. Un antropólogo podría hacer una tesis doctoral analizando las nocheviejas televisivas y la evolución de España en las últimas décadas. Podría titularse: “Del pecho de Sabrina al vestido de Pedroche”.
Nunca imaginé que un 4 de enero estaríamos pendientes de una sesión de investidura en el Congreso de los Diputados. En el momento álgido del 15-M y del “que no, que no, que no nos representan” se hizo viral una salida en estampida de un pleno del Parlamento. La sesión se alargó y los diputados salían escopeteados con sus maletas para no perder el avión que les llevaba a sus casas. Años después los vamos a ver sentados en sus escaños mientras los Reyes Magos estarán a punto de empezar sus cabalgatas. Parafraseando a Cayetana Álvarez de Toledo, algunas de sus señorías pensarán: “No te lo perdonaré jamás, Pedro Sánchez”.

¿Y cómo hemos llegado hasta aquí? Pues como diría el torero Juan Belmonte, degenerando. Porque el punto en el que estamos es el mismo en el que estábamos cuando Pedro Sánchez le ganó la moción de censura a Mariano Rajoy. Y tampoco se montó tanto lío. Los apoyos que va a recibir el PSOE el próximo 7 de enero van a ser casi idénticos, con alguna excepción. Tras las elecciones del 28 de abril, el PSOE podría haber logrado la investidura con más tranquilidad que ahora. Y haría más de medio año que tendríamos gobierno (aunque nunca sabremos si hubiese sobrevivido al tsunami de la sentencia y los disturbios posteriores por las calles de Barcelona). Igualmente pienso que la repetición electoral fue una idea nefasta, con una campaña electoral en la que el PSOE se empeñó en buscar el voto de Ciudadanos con un discurso durísimo contra el independentismo catalán, olvidando que fueron los votos de los diputados independentistas los que los llevaron a la Moncloa. Por eso ahora es hasta normal que les caiga la del pulpo. Demasiadas contradicciones en muy poco tiempo. A la maldita hemeroteca le puede dar un ictus repasando las declaraciones del líder socialista durante el último año.
Pero Pedro Sánchez, que vuelve a sobrevivir a otra batalla (si ningún Tamayo ni ninguna descarada jugarreta de la Junta Electoral se lo impide), ha tenido un aliado impagable: la reacción iracunda de sus rivales. La oposición­ ­está actuando de una forma tan exageradamente furiosa, que se está convirtiendo en el mejor balón de oxígeno para el presidente, reportándole nuevos aliados.
Con dos movimientos (el pacto con Unidas Podemos y la negociación para lograr la abstención de Esquerra) el PSOE ha conseguido que se inicie el deshielo de dos bloques que en algún momento parecieron graníticos: el bloque del 155, al que perteneció el propio PSOE, y el bloque del independentismo unilateral.
Algo se ha movido. Y el movimiento es más profundo de lo que parece. Nada será igual. Ni en Catalunya ni en el resto de España. ­Teniendo en cuenta que con la unilateralidad y la represión sólo hemos ido a peor, bienvenido sea el deshielo. Bienvenidas las grietas en ambos bloques. La caza del traidor será ­deporte nacional estos días tanto en Madrid como en Catalunya. Porque lo que más temen los cazadores es que la jugada les salga bien a los que han perdido el miedo a ser tildados de traidores.

                DdA, XVI/4369                

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