Lazarillo
Miguel Ángel Aguilar, por edad, condición y petulancia es uno de esos reyes del pollo de los que me acaba de hablar mi amigo Goti en un telegrama mucho más enjundioso que los que airea por la SER el citado periodista.
Se conoce por reyes del pollo a aquellos personajillos a los que se les encumbra en el Olimpo -mayormente porque el periodismo está como está, cantando "Como me gusta el Banco Santander"-, sin que sus méritos sean muy superiores a los del resto de los mortales.
Una vez en el trono, dice Goti, los reyes del pollo se enquistan con el ego muy subido y la vanidad siempre a punto de descorche, usando cualquier medio para no ser desplazados del lugar que ocupan por otros con tantos o iguales méritos que ello.
El rey del pollo en la SER es Aguilar, con copa o sin ella, y como tal tiene derecho a la sección más breve en chicha y verbo que se emite en la radio: su famoso telegrama de mediodía.
El de ayer iba dirigido al vicepresidente segundo del Gobierno, a quien Aguilar llama Pablo Manuel, por evitar cualquier equívoco nominal con el fundador del Partido Socialista. Decía tal que así: "Señor
vicepresidente segundo del Gobierno, la gente quiere que baje a decirles
a qué sabe el poder, hasta ahora reservado a la casta privilegiada; qué
se siente en la mesa del Consejo de Ministros; y qué ha subrayado de la
epístola dirigida por Pedro Sánchez al equipo colorado que le rodea. Esta
mañana la entrada al jardín de Moncloa parecía la alfombra roja de los
Óscar: Ya vienen, ya llegan…/ ¡Y cuántos! ¡Y cuántos!/ ¿Cómo habrá en
Oriente/ tierras y vasallos,/ mantos y coronas,/ tronos para tantos?/.
Eso sí, nadie podrá acusarle de haberse anudado la corbata. Hurra!".
Dice Goti que el motor que mueve en sus resistencias a los reyes del pollo es la envidia, la gran lacra nacional, mucho más nociva para la salud si además anida en cerebro añoso.
DdA, XVI/4379
1 comentario:
Siempre me han parecido de una petulancia y prepotencia los comentarios de este "pollo".
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