Félix Población
Allá por el mes de febrero de 2014 leímos la noticia de que el
Ayuntamiento de Arucas (Gran Canaria) había localizado entre sus
archivos antiguas fotografías desconocidas de los años de la Guerra de
España, incluidas algunas del general Francisco Franco, tomadas el día
antes de que encabezara el golpe de Estado contra la segunda República
que dio lugar a la contienda incivil. Aparecen entre esas 381
instantáneas en blanco y negro, impresas en papel de postal, escenas de
militares o civiles armados que, según informó la corporación, se
presume podrían haber sido captadas el mismo día en que tuvo lugar la
sublevación militar, el 17 de julio de 1936.
De días anteriores datan otras en la que aparece el fallecido
dictador cuando era capitán general de Canarias, y que tienen por asunto
nada menos que el entierro del general Amadeo Balmes, gobernador
militar de Las Palmas y autoridad fiel a la República, fallecido el 16
de julio en extrañas circunstancias. La muerte de Balmes se debió
oficialmente a un disparo accidental mientras manipulaba su arma, suceso
sobre el que ha investigado a fondo el historiador Ángel Viñas en un
primer libro titulado La conspiración de Franco, donde se plantea la posibilidad
de que el general fuera asesinado por sus colegas golpistas, hecho que
aventura como hipótesis pero que entonces no pudo demostrar. Esa
investigación la culminó Viñas posteriormente, en colaboración con el
médico patólogo Miguel Ull y el expiloto Cecilio Yuste, con El primer
asesinato de Franco, obra en la que hace al dictador responsable de la
muerte Balmes, según se desprende de la autopsia del general
“accidentado”.
En opinión de Ull, más que una autopsia se trata de “la
transcripción que le dictaron al secretario del juzgado los forenses que
llevaron a cabo la operación, pero sus firmas no aparecen. Utiliza
términos no profesionales y contradice la versión oficial del disparo.
Este se hizo desde el costado, no desde el abdomen, como se ha contado
todos estos años". Para Ángel Viñas es impensable que a un experto en
armas como el general Amadeo Balmes se le ocurriera desatascar una
pistola apuntándola hacia su vientre.
Una vez en Gran Canaria para asistir al entierro de su colega, Franco
partiría al día siguiente en el avión 'Dragon Rapide' hacia Tetuán para
liderar la sublevación militar. De las fechas en que se hicieron las
fotografías descubiertas hace cuatro años puede datar la instantánea que
como investigador pude encontrar entre los miles de expedientes que
reúne el archivo del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería
y el Comunismo, expedientes todos ellos depositados en el Centro
Documental de la Memoria Histórica de Salamanca. La foto se encuentra en
concreto en el que corresponde al comandante de Intendencia Rafael
Navarro Nieto.
Este militar hubo de comparecer ante el citado tribunal por su
condición de afiliado a la masonería, en la que se inició en 1930 como
integrante de la logia Tetuán, para pasar después a la logia Atlántida,
donde alcanzaría el grado de maestro masón. Para hacer valer en su
defensa su condición de implicado en el golpe militar triunfante, aporta
esa fotografía en la que figura Francisco Franco al frente de un
nutrido grupo de militares, entre los que aparece el entonces capitán
Navarro Nieto, sin que haya indicación alguna que lo resalte. La
información que aporta alude escuetamente a Franco en el monte de la
Esperanza de Tenerife, "en un acto de adhesión al Caudillo con
anterioridad al 18 de julio de 1936". El tipo de adhesión se supone, al
ser la que figura como fecha de referencia.
En el boscoso paraje de Las Raíces, en el Monte de la Esperanza,
estuvo hasta noviembre de 2015 un monumento al dictador erigido en
octubre de 1958 por la Hermandad de Alféreces Provisionales de Tenerife,
con el que “se quiso perpetuar el homenaje de lealtad de la guarnición
de aquella isla a Franco en julio de 1936”, según recogió en su día el
diario de la tarde Falange. Como era habitual en ese tipo de actos, el
monumento fue bendecido por el prelado de la diócesis y ensalzado en los
correspondientes discursos por parte del gobernador civil de la
provincia y el capitán general de Canarias, recordando este último el
papel jugado por Franco en aquel lugar y subrayando que “de aquella
reunión nació la gran ilusión de la guerra libertadora”.
Hasta el mes de noviembre de 2015, ocho años después de la aprobación
de la Ley de Memoria Histórica que debería haberlo eliminado como
monumento de exaltación de la dictadura -con el añadido de su especial
significación por celebrar a juicio de los vencedores nada menos que la
idea de una “guerra libertadora”- , no se decidió su demolición. El
hecho de que fuera erigido poco meses antes de la inauguración del Valle
de los Caídos, emparenta a ambos monumentos no solo en el tiempo sino
en su respectiva simbología.
Si el primero exalta el inicio de la "guerra libertadora", el segundo
celebra la culminación de la llamada "cruzada nacional" por los
sublevados contra el orden constitucional vigente, con la agravante -en
el caso de este último- de que sigue en pie tal como fue concebido. La
basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos albergó además, hasta
hace bien poco –como la mayor lacra sin duda del régimen instaurado con
la Constitución de 1978 y de los gobiernos habidos durante cuatro
décadas-, el santo sepulcro del dictador, cuyos restos fueron finalmente
trasladados meses atrás al cementerio de El Pardo por decisión del
gobierno de Pedro Sánchez.
En el caso del monumento de Las Raíces se habló de dos posibilidades,
en aplicación de la Ley de Memoria Histórica: la demolición o el
traslado a otro lugar. Pudo más lo primero, algo que no ocurrirá con
toda seguridad con el segundo de los monumentos, en donde permanecen
inhumados los restos mortales de José Antonio Primo de Rivera, fundador
de Falange Española, una organización caracterizada por la crudelísima represión ejercida durante la Guerra Civil.
*Artículo publicado hoy también en elsaltodiario.com
*Artículo publicado hoy también en elsaltodiario.com
DdA, XVI/4371
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