jueves, 9 de enero de 2020

ETA Y LA DERECHA ESPAÑOLA

Mi estimado Pedro Luis Angosto, autor de un reciente libro de obligada lectura sobre el olvidado periodista republicano y director del diario El País Roberto Castrovido (1864-1941), firma hoy un artículo en el diario Nueva Tribuna bajo el título ETA, la democracia y la derecha española, del que me parece interesante resaltar lo que sigue, si bien creo que Angosto concede a Bildu excesivo protagonismo en la desaparición de la organización terrorista, con la que acabó -sobre todo- la política antiterrorista llevada a cabo por el gobierno de Rodríguez Zapatero, tan difamada por la derecha:

ETA fue una herencia envenenada del franquismo, una más que sumar a la de los policías antidemocráticos, los jueces de parte o los oligarcas que jamás se comprometieron con una democracia plena y se reservaron para el futuro las ganancias obtenidas al calor de la dictadura. ETA fue una locura sangrienta que no nos merecíamos y que condicionó nuestro devenir a golpe de asesinatos y de intolerancia. La actual Constitución obliga a que las penas privativas de libertad se orienten necesariamente a la reeducación y reinserción social del penado y según esa norma -una de las más avanzadas del mundo- son tratados los etarras condenados. Un etarra que haya cumplido su  pena puede reinsertarse en la sociedad, así lo dice nuestro ordenamiento, pero lo que no puede hacer en ningún caso es devolver la vida a quien ha matado ni tener un papel decisivo en la vida pública porque ha perdido toda autoridad moral para ello. No se mata, nunca, en ningún caso. Ningún ser humano, ningún Estado está legitimado para matar a nadie por graves que hayan sido sus delitos. Eso es barbarie. 

Sin embargo, ETA desapareció hace años y hace años que la sangre no nos salpica un día sí y otro también, que no nos despertamos con el sobresalto angustioso de un nuevo asesinato. Y eso es algo que parece no gustar a un sector de las derechas con asiento en el Congreso de los diputados que constantemente aluden a la organización terrorista como si todavía estuviésemos bajo su régimen sanguinario. No comparto nada con Bildu, pero ese partido no es ETA por una sencilla razón, porque no matan. Acusar al Gobierno recién nacido de complicidades con la banda terrorista,  además de ser un dislate porque fue ese partido quien acabó con la organización en tiempos de Rubalcaba, es propio de gentes de una catadura moral tan baja como su vocación democrática. Utilizar el terrorismo, que ha golpeado a casi todas las fuerzas políticas que están en el Parlamento, como instrumento para captar apoyos de sectores propicios a los mensajes tremendistas es hacer un flaco favor a España y a la democracia. Aún así, aún sabiendo que están jugando con fuego, ese será uno de los lemas con que nos torturarán durante los próximos meses, sabedores además de que nadie en este país ha sido ajeno a la barbarie de los pistoleros que tanto han condicionado para mal  nuestro porvenir. Habría sido maravilloso tener una derecha sin raíces franquistas, una derecha abierta, generosa y refractaria a esparcir el odio y el resentimiento. Todavía la estamos esperando.

                  DdA, XVI/4373            

No hay comentarios:

Publicar un comentario