jueves, 9 de enero de 2020

EL REZO DEL ARZOBISPO, EL DOLOR DEL REY Y EL DESGASTE DE LA BANDERONA


Félix Población

El arzobispo barbado de Oviedo no podía dejar pasar la histórica fecha de la investidura de Pedro Sánchez para hacer el juego a la extrema derecha, después de que el tripartito Vox-PP-Ciudadanos se desfogara a fondo en la tribuna del Congreso. A los improperios, infamias y falacias disparatadas propaladas por la airada oposición le faltaban las oraciones del prelado de aquella diócesis y la significación de Covadonga, cuna de esa España esencial que desde los tiempos de Cánovas de Castillo sustenta el pensamiento conservador y menéndez-pelayista. 

En una nota en twitter, monseñor Sanz Montes ha escrito: "Sabemos que tras las nubes y tormentas, el sol amanece devolviendo el color a cuanto la torpeza, la mentira y la vanidad nos había secuestrado. Pido a Dios que ese sol que nace de lo alto alumbre nuestro camino. Santina, sálvanos y salva España". Parece claro que el arzobispo ovetense, cuando apela a la imagen de la Virgen de Covadonga como remedio salvífico, no lo hace para liberar al país de discursos tan violentos e infaustos como los pronunciados por la ultraderecha trina, preñados de torpeza, mentira y vanidad.

No le faltó a la Corona, puestos a comentar el desenlace de las jornadas de investidura de Sánchez Pérez-Castejón, su poquito de ironía después de la toma de posesión del nuevo presidente del Gobierno: "Ocho meses para diez segundos", le dijo don Pedro al rey, a lo que Felipe VI respondió: "Ha sido rápido, simple y sin dolor", para añadir tras una pausa algo que solo se entiende en consonancia con el rezo del arzobispo de Oviedo a la Santina: "El dolor vendrá después".

Acabo de enterarme de que la banderona nacional que el Ayuntamiento de Oviedo ha plantado en la Plaza de la Escandalera de aquella ciudad, cuya instalación supuso un gasto total cercano a los 50.000 euros, requerirá ser cambiada cada tres o cuatro meses, según recomendación del fabricante. Supongo que la razón se debe al desgaste que ocasionará el tremolar de la enseña al viento de los días. No obstante, serán los técnicos minicipales quienes disciernan la incidencia de ese desgaste y ajusten la renovación de la bandera según su criterio. El coste de cada sustitución rondará los mil euros.

Podría ser que en el ánimo del prelado Sanz o del alcalde Canteli estuviera la idea de prohibir/sustituir la manifestación que se concentra en La Escandalera cada año contra los premios Princesa de Asturias por un homenaje a la banderona, sin que estuviera de más entonar para la ocasión el himno que reza:

Bendita la Reina de nuestra montaña,
que tiene por trono la cuna de España
y brilla en la altura más bella que el sol.
Es Madre y es Reina. Venid, peregrinos,
que ante Ella se aspiran amores divinos
y en Ella está el alma del pueblo español.

                DdA, XVI/4373                

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