Antoni Puigvert i Romaguera (1954) es un escritor y poeta español en lengua catalana, licenciado en Filología Hispánica, que ha ejercido como profesor de Literatura y al que suelo leer en el diario La Vanguardia, en donde colabora semanalmente. Hoy firma en este periódico el artículo Quien resiste nos hace perder, del que me parece muy a tener en cuenta su advertencia: El conflicto [Cataluña], que ya está marcando
una generación, puede arruinar el futuro de las siguientes.También me parece fundamental la conclusión que establece Puigvert: contra el dogma de "quien resiste gana", ahora en España y en Cataluña es necesario ceder para que la ganancia sea colectiva:
La judicialización del conflicto catalán fue la opción del
presidente Rajoy, que fue dejando pudrir el problema planteado en
Catalunya. Ahora que existe voluntad gubernamental de reconducir
políticamente el problema, el TS ha decidido despreciar la oportunidad
que le ofrecía el TJUE de situar el contador a cero. El TS no cede, a
sabiendas de que sus decisiones acabarán desembocado en los tribunales
europeos. A la luz de los incipientes pronunciamientos de estos
tribunales, es muy probable que los magistrados españoles sean
severamente corregidos. Pero, de momento, encastillados en Las Salesas
de Madrid, los magistrados del TS consiguen ralentizar el tiempo
jurídico europeo: el problema se pudrirá algo más; y la prisión de los
líderes independentistas se alargará mucho. Mientras el caso esté en sus
manos, el TS habrá demostrado una fuerza incontestable. Quien resiste
gana, por supuesto; aunque esta victoria haga más difícil (quizá incluso
imposible) la salida política.
Nadie cede. Tampoco el nacionalismo catalán, que encuentra
en las decisiones del TS la posibilidad de continuar presentándose como
víctima propiciatoria cuando es evidente (¡y determinante!) su parte de
culpa: el desprecio de la legalidad vigente; la desobediencia contumaz
al Tribunal Constitucional; la presión sobre los órganos jurídicos más
cercanos (TSJC); la exclusión de los partidos e instituciones contrarias
(o simplemente distantes) al procés; y, finalmente, el unilateralismo.
La debilidad popular con que, estos días, el president
Torra defiende su posición es debida a las discrepancias estratégicas
entre JuntsXCat y ERC, sí. Pero es también efecto de la forma con que el
propio Torra ha devaluado su cargo jugando al gato y al ratón con la
Junta electoral, como si la cátedra del presidente de la Generalitat
fuera el asiento escolar de un chiquillo travieso. De no estar tan
obsesionado practicando el españolísimo principio de “quien resiste,
gana”, el episodio bíblico de la venta de la primogenitura de Esaú a
Jacob por un plato de lentejas serviría a Torra, buen lector de la
Biblia, como motivo de reflexión.
Quizás gane quien resista; pero seguro que el país pierde.
Llevamos demasiados años de conflicto. El cómputo negativo en los campos
económico y relacional es enorme. De la Catalunya dividida estamos
pasando a la España partida en dos. El conflicto, que ya está marcando
una generación, puede arruinar el futuro de las siguientes. Por ello,
desde la sociedad civil, hay que reforzar como sea todo aquello que
ayude a pacificar el conflicto y a fomentar la mutua concesión.
El pacto PSOE y Podemos tiene una nota positiva
indudable: la incorporación de ERC al terreno del encuentro. ERC aguanta
presiones de ambos lados no sin inmensas dificultades (Bassa, TS,
Torra). Está cristalizando una corriente desinflamatoria, que cuestiona
la lógica de las trincheras. Lástima que ningún sector del PP suba al
carro de la mediación. Contra el dogma de “quien resiste, gana”, ahora
mismo lo más revolucionario en España y Catalunya es ceder. Ceder para
que la ganancia sea colectiva.
DdA, XVI/4377
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