En el día de la fecha se publica en el diario La Vanguardia una nueva entrega del debate suscitado desde que el alcalde de la ciudad de León, José Antonio Díez, reclamó la segregación de las provincias de León, Zamora y Salamanca de la comunidad autónoma dada en llamar Castilla y León, para formar una nueva comunidad autónoma, que sería la de la región leonesa. La derecha cree que esa vindicación está afectada por el desafío independentista que se vive actualmente en Cataluña, mientras que el alcalde leonés la considera justificada por motivos identitarios y económicos. Lo cierto es que las tres provincias citadas tienen una alarmante y vergonzosa falta de infraestructuras e industria, como consecuencia de la dejadez y abandono administrativo a lo largo de los últimos cuarenta años, en los que se ha dejado notar el manifiesto y creciente centralismo de Valladolid. Por todo ello, este Lazarillo cree muy digna de resaltar la carta dirigida al diario catalán por una ciudadana residente en Salamanca, María Pérez, en la que denuncia los más de 25 millones de euros dilapidados por la Fundación Villalar en crear una identidad y sentimiento de
pertenencia a la comunidad castellano-leonesa que no puede darse porque nunca ha existido ni existirá. Hasta el propio presidente de las Cortes de Castilla y León lo ha reconocido no hace mucho. Lo que sí se ha dado, mientras tanto, ha sido una llamativa y gravísima despoblación durante los sucesivos gobiernos conservadores que se han sucedido en las últimas cuatro décadas :
"Estudié Ingeniería Industrial, pero no he podido ejercer en la
provincia de Salamanca y trabajo en el ámbito financiero, algo ajeno a
mi vocación, puesto que aquí no he encontrado la oportunidad de trabajar
en mi campo laboral por la inexistencia de ofertas para mi especialidad
en electrónica industrial.
Pertenezco a una asociación leonesista desde hace 3 años. Siempre he
sabido que León, Zamora y Salamanca son la Región de León, puesto que
nací en 1971 y es el mapa que existía en todas las escuelas de España,
de cuyo conocimiento me examiné en la EGB y en el que figuraban todas
las regiones históricas de nuestro país.
Eran resultantes del Real Decreto de Javier de Burgos 1833, por el
cual se realizó la regionalización y provincialización actuales de
España, si bien esas regiones socioeconómicas y culturales que daban
continuidad a los reinos y territorios medievales que se extinguían en
ese momento no tenían gobierno administrativo.
Renuncié a continuar en Alemania, país en el cual terminé mis
estudios y donde hubiera tenido futuro profesional, puesto que mi pareja
trabajaba ya en Salamanca y a mí me da mucha pena ser uno más de los
que abandonaba el barco.
Hablo del año 2002. Hace 3 años, después de un inmenso esfuerzo
familiar y personal por reciclarnos y permanecer en Salamanca, conocí a
leoneses de Salamanca que defendían su identidad leonesa, así como el
derecho a constituirnos en autonomía propia para gestionar nuestra
tierra y tener futuro aquí.
Todo ello se realiza a través de la dotación de millones de euros
públicos anuales por parte de la Junta a una fundación privada, llamada
Villalar, que depende directamente de la Presidencia de las Cortes de
Castilla y León para no tener que rendir cuentas de a qué dedican su
presupuesto. Un presupuesto que ha llegado a ser superior a un millón y
medio de euros anual y que, gracias a las presiones que hemos realizado,
ha disminuido a aproximadamente 997.000 euros anuales.
El actual presidente de las Cortes de CyL ha declarado recientemente
que era una fundación que se debía cerrar, “puesto que los más de 25
millones de euros empleados para crear identidad y sentimiento de
pertenencia a esta comunidad autónoma no habían servido de nada”.
Un dinero que necesitamos en toda nuestra tierra para cubrir los
servicios básicos que echamos tanto en falta y que nos hacen emigrar,
primero a las ciudades y después fuera de nuestra región. Un dinero que
ha hecho que muchos de nuestros hijos no se sepan ya leoneses, que hasta
los mayores se digan castellanoleoneses o castellanos, un dinero
empleado en borrar nuestra historia, la historia del Reino de León.
Porque León se llama León, porque si se llamase Aranjuez sus
habitantes también habrían sido adoctrinados y hoy en día se dirían
castellanos o castellanoleoneses. Se nos repite y machaca que somos
castellanoleoneses y no lo somos.
Una entidad administrativa únicamente gestiona, administra, legisla,
impone tributos y recauda, pero no crea una nueva identidad ni la otorga
a nadie. Eso es lo que estamos sufriendo y denunciando en esta tierra
desde hace décadas. Y no sólo los leoneses, también los castellanos.
Ese intento de crear una nueva identidad castellanoleonesa tiene que
ver con el etnocidio cultural al que nos han sometido a los leoneses.
Estamos leyendo y escuchando muchas burlas al respecto de nuestra
petición durante estos días. Muchos españoles se mofan diciendo que el
antiguo Reino de León quedó en la época medieval y que, si queremos
volver a él, también podríamos volver a la época de los romanos en
Hispania.
Se preguntan también muchos españoles con mofa y con burla que cuál
sería el lugar del tiempo adecuado que se debería buscar para establecer
las divisiones administrativas de España. Sencillamente debe ser el
punto del que partieron los políticos para constituir el mapa autonómico
de todas las autonomías españolas.En 1978 se aprueba la Constitución en
la cual se habla regiones históricas y también se habla de provincias.
Continuaremos recabando apoyos en los ayuntamientos leoneses de toda
la Región de León para presentar esas mociones municipales puesto que
nuestra región se desangra poblacional y económicamente.
Consideramos que es un derecho constitucional el que nos asiste,
reflejado en diversos artículos de la Constitución, y que tenemos el
mismo derecho que el resto de regiones históricas de España a tener
gobierno administrativo propio".
DdA, XVI/4375
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