Lazarillo
Amaba la vida del mar, esa que le da el viento y a la que cabalgan los surfistas para hacer que sus pies se sostengan en el vértigo de las olas hasta su mansa extinción en las orillas. El fotógrafo cántabro Rafael Riancho,
de 63 años de edad, cuyos álbumes dejan constancia del atinado criterio que ha de guiar la captura de imágenes tan llenas de dinámica belleza, falleció a la orilla del mar portugués de Nazaré, uno de los lugares donde más alto asciende el gozo deslizante de los surfeadores. A Rafael le falló el corazón. Solo le cabe desear a este Lazarillo que su última imagen haya sido equivalente a la sensación dominante en todo su legado profesional, por el que ya está en la historia de la fotografía: la de haber dado al surfismo el carácter que le otorga uno de sus expracticantes, Matt Warshaw, escritor y editor de la revista Surfe: "Surfear, entre los demás deportes, genera risa por su propia esencia,
pues no convierte una habilidad en una competición, sino que hace de un impulso
inexplicable e inútil un arte y una forma de vida". A lomos del mar, ¡quién lo diría en los distantes tiempos en que la mar me daba alas!
DdA, XV/4360
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