Vale lo publicado en marzo de 2018
Pocas
veces se tiene oportunidad de presenciar una imagen como la del cauce
de Tormes estos días en que el deshielo en las cumbres de Gredos ha
coincidido con un periodo de lluvias intensas. El agua discurre bajo
todos los ojos de uno de los puentes romanos más vistosos y mejor
conservados del país. Observar su rumorosa corriente da a la vieja
ciudad de Salamanca una sensación de vitalidad desbordada, como si se le
hubiera apurado su pulso somnoliento, que se colma con la luz húmeda
del primer sol del día. Son de recordar los versos de la segunda égloga de Garcilaso de la Vega:
En la ribera verde y deleitosa
del sacro Tormes, dulce y claro río,
hay una vega grande y espaciosa,
verde en el medio del invierno frío,
en el otoño verde y primavera,
verde en la fuerza del ardiente estío.
en el otoño verde y primavera,
verde en la fuerza del ardiente estío.
Por
una vez en muchos años, el camino que discurre al lado del río y por el
que suelo circular en bicicleta, no es accesible, y los lugares de
merienda y esparcimiento se han convertido en pequeñas lagunas por donde
nadan los patos y los cormoranes, a los que se les ve mucho más
activos que de costumbre. Lo mismo ocurre con garzas y garcetas, cuya
elegancia de vuelo sobre el agua tiene aún mayor prestancia. También en
la arboleda se hace más sonoro y grácil el canto de los pájaros ante un
terreno reactivado de nutrientes.
Cuatro
de cada diez ríos en nuestro país tienen graves problemas de
contaminación, pero la naturaleza se empeña en ofrecernos de vez en
cuando estos pletóricos desbordamientos fluviales, convencida quizá de
que alguna vez nuestra sensibilidad reaccionará por fin ante la fuente
de la vida, tratando de protegerla a toda costa y no al revés. Los
colegios e institutos deberían asomarse estos días al Tormes para que un
buen maestro les hiciera ver a los alumnos la vida que representa y
promete este espectáculo. Mi recuerdo para los profesores de la
Institución Libre de Enseñanza, que sí sabían de la enseñanza en directo
que proporciona la naturaleza a la intemperie.
Sirvan
como pie al escenario de varias de la fotografías estos versos de un
soneto de Miguel de Unamuno dedicado el río, en los que alude a sus
admirados Teresa de Jesús y fray Luis de León:
Desde Gredos, espalda de Castilla,
rodando, Tormes, sobre tu dehesa
pasas brezando el sueño de Teresa
junto á Alba la ducal dormida villa.
De la Flecha gozándote en la orilla
un punto te detienes en la presa
que el soto de Fray Luis cantando besa
y con tu canto animas al que trilla.
DdA, XV/4361
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