sábado, 9 de noviembre de 2019

VOX QUIERE PENA PERPETUA PARA EL PENSAMIENTO, NO PARA EL CRIMEN

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Pablo Álvarez

Decía Durruti que ningún gobierno luchaba en contra del fascismo para destruirlo, que la burguesía, cuando veía que el poder se le escapaba de las manos, alzaba el fascismo para mantener sus privilegios.
Tenía razón. Vox no es más que el brazo armado de las élites económicas, y simbología, identitarismo, mentira, confrontación y odio, son la tinta de calamar con la que ocultan sus verdaderos propósitos.
Usan como cebo patria, familia, religión y tradiciones, para allanar el camino al capitalismo salvaje. Detrás de la eliminación de las autonomías y la supresión de buena parte de los impuestos se esconde la intención de arrebatarle la soberanía al pueblo, afianzando un modelo de Estado raquítico y una sociedad desregularizada donde todo el poder se acumule en las grandes fortunas.
Votar a Vox es volver a tiempos de la posguerra, es votar a favor de la destrucción de lo poco que queda del Estado del Bienestar, es volver a trabajar por un mendrugo de pan, es renunciar a tener pensiones dignas, es convertir la educación en un lujo fuera del alcance del obrero, es institucionalizar el machismo y el maltrato, es relegar a la mujer, silenciarla, devolverla al "hogar", volver a atarla al yugo del hombre.
Votar a Vox es, en definitiva, renunciar a las libertades. A todas, a la de expresión, a la ideológica, a la de culto, a la de acción y a la de movimiento. Pero todo esto no sería posible sin la inestimable colaboración de los medios de manipulación masiva y el sospechoso silencio de los partidos "constitucionalistas". Entre unos y otros están blanqueando el fascismo dando por buenas sus falsedades. Avalados por su silencio cómplice, los fascistas utilizan la mentira para hacer apología del odio y atacar sin piedad a los colectivos más desfavorecidos. Tomando la falacia por bandera, convierten al inmigrante, a la feminista, a la ecologista, al gay, a la lesbiana, y a cualquier persona que cuestione su modelo de país en el blanco de la ira de la ignorancia. Quieren guerras de pobres para beneficiar a las grandes fortunas, buscan el lucro en la sangre derramada. Y ahí están los voceros del sistema, los Ferreras y las Ana Rosas de turno, esos que viven del morbo y hacen negocio de la miseria, omitiendo siempre sus causas para que no se nos pase por la imaginación buscar justicia, bailándoles el agua a los fascistas, siendo tolerantes con la intolerancia, sabedores de que su estrategia les permitirá mantener su estatus privilegiado.
Si el próximo domingo votas a Vox, estás armando al nazi, al asesino, al maltratador, al violador. Sí, al violador. Sí, al maltratador. Sí, al asesino. Lo de endurecer las penas de prisión es otra trampa más, no hay violador si la violación se considera abuso, no hay maltratador si el testimonio de la mujer se anula, no hay asesino si la justicia hace lo posible para que "parezca un accidente". Quieren pena perpetua para el pensamiento, no para el crimen.
Las dictaduras del siglo XX se construyeron con golpes de estado, no construyamos las del siglo XXI con nuestro propio voto.
El domingo nos jugamos mucho, más de lo que sospechamos. La España viva no es la que nos venden los fascistas, no es la que odia, no es la que excluye. La España viva es la que ama, la que integra, la que lucha por la igualdad y la justicia, la que es solidaria. Llenemos las urnas de conciencia, no consintamos que nos lleven camino a la distopía, no dejemos que el odio haga realidad el cuento de la criada.

DdA, XV/4333

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