domingo, 17 de noviembre de 2019

SUENE POR BOLIVIA LA CANTATA DE SANTA MARÍA DE IQUIQUE



Félix Población

Como en las más negras etapas del golpismo militar en el Cono Sur, con las sucesivas dictaduras auspiciadas por los gobiernos estadounidenses, la masacre que está teniendo lugar en Bolivia después del golpe de Estado contra el gobierno de Evo Morales -auspiciado desde la administración Trump-, y la represión que se está llevando a cabo por parte del gobierno de Piñera en Chile ante las protestas ciudadanas en las calles, vuelven a hacer indispensable el canto de Quilapayún  sobre la matanza de Santa María de Iquique.

Los hechos ocurrieron en Chile el 21 de diciembre de 1907 y el número de trabajadores del salitre que perecieron en la masacre se cifró según algunas fuentes en varios miles, mientras que para el gobierno no pasó de 126. Se trataba de personas de diversas nacionalidades que habían convocado una huelga general en contra de las penosísimas condiciones de trabajo en las explotaciones salineras de Antofagasta y Tarapacá. La huelga fue brutalmente reprimida por el gobierno del presidente Pedro Mott.
  

Durante su primer mandato, la presidenta Michelle Bachelet accedió a que se decretase duelo nacional para el 21 de diciembre de 2007, con motivo de la conmemoración de los cien años de la matanza. Para dicha ocasión se creó un monumento en recuerdo de las víctimas, además de realizar exposiciones e informaciones públicas acerca de los hechos.

Mucho antes de tan tardío homenaje, en 1970, Luis Advis compuso la Cantata de Santa María de Iquique, a la que dio voz el grupo Quilapayún. Me temo que su música está muy lejos de sonar en la conciencia de las altas instituciones democráticos de la Unión Europa -mudas o neutras ante la masacre boliviana y la represión chilena-, instituciones que tienen como himno la Novena Sinfonía (Coral) de Beethoven y los versos de Friedrich Schiler An die Freude. No me siento representado por esas instituciones. Me avergüenzo de ellas. El régimen golpista boliviano está tirando a matar en las calles de Cochabamba. Y los gritos suenan en español.


PS. Como una espesa niebla nocturna, el odio recorre vorazmente los barrios de las clases medias urbanas tradicionales de Bolivia. Sus ojos rebalsan de ira. No gritan, escupen; no reclaman, imponen. Sus cánticos no son de esperanza ni de hermandad, son de desprecio y discriminación contra los indios. Se montan en sus motos, se suben a sus camionetas, se agrupan en sus fraternidades carnavaleras y universidades privadas y salen a la caza de indios alzados que se atrevieron a quitarles el poder. Léase artículo de García Línera en Página/12: El odio al indio.

                    DdA, XV/4340               

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