Félix Población
Como hiciera en el pasado mes de septiembre, entonces como pancartero negacionista de la violencia machista en una convocatoria del Ayuntamiento de Madrid contra esa lacra, Ortega Smith protagonizó ayer la segunda parte del mismo esperpento en el Día contra la violencia de género. Su partido rompió de ese modo la unanimidad y consenso que existía al respecto. El tal Smith exigió la derogación de la Ley de Violencia de Género y fue incapaz de mirar a la cara a la mujer en silla de ruedas, víctima de esa violencia, que recriminaba su actitud. La imagen por sí misma evidencia la cataduradel dirigente político aludido.
Vox forma parte del tripartito que gobierna la capital del Estado, gracias a la traición del lidercito de un partido nacido para Madrid a la sombra de su madrina política. Esa gobernación ha de soportar que la ultraderecha no solo protagonice de forma tan deplorable conmemoraciones como la de ayer, sino que una de las primeras decisiones del nuevo alcalde de Madrid haya sido paralizar el memorial que la corporación precedente empezó a construir en el cementerio de La Almudena en memoria de los republicanos represaliados por la dictadura franquista entre 1.939 y 1.944.
Cinco meses después de paralizar esos trabajos, el Ayuntamiento madrileño ha empezado a retirar las placas de granito con los nombres de los casi 3.000 fusilados en la ciudad en ese periodo. El tripartito madrileño, bajo la inspiración de Vox, justifica su decisión en que el monumento acordado durante la alcaldía de Manuela Carmena era "sectario". Lo que pretende ahora, después de abonar los 100.000 euros del monumento proyectado -aunque no se lleve a cabo-, es que el nuevo monumento "unifique el reconocimiento a las víctimas de ambos bandos".
Dejando a un lado que no hubo dos bandos, sino solo el que se alzó en armas contra el Gobierno legalmente constituido, en el cementerio de La Almudena solo fueron asesinadas las víctimas de un régimen que siguió matando una vez concluida la guerra que su caudillo inició. El profesor Malefakis, de la Columbia University, en Nueva York, nos recuerda que por cada asesinato político que cometió el régimen fascista italiano
liderado por Benito Mussolini, el régimen fascista liderado por el
General Franco cometió 10.000. Fue uno de los regímenes más crueles y
terroristas que haya habido en Europa en el siglo XX, según comentó en un reciente artículo el profesor Vicenç Navarro.
Al terror de clase sembrado por los militares felones durante la Guerra de España, se le unió, según Navarro, el componente machista que dejó bien patente aquella arenga del general Queipo de Llano desde los micrófonos de Radio Sevilla: “Nuestros valientes legionarios y regulares han
demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombre de verdad.
Y, a la vez, a sus mujeres. Esto es totalmente justificado porque estas
comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos
sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van
a librar por mucho que berreen y pataleen”.
La ultraderecha neofranquista pura y dura, en connivencia con la derecha democrática, quiere volver a enterrar en el olvido en que pretendieron sumirlos sus ejecutores los nombres de las víctimas de la dictadura. Se trata de un atentado en toda regla contra la memoria nombrada de quienes se opusieron a un régimen impuesto por el terror a partir de una guerra no menos atroz.
Esa ultraderecha es la misma que niega la violencia machista en nuestros días, aunque más de un millar de mujeres hayan sido asesinadas en España desde 2.003. Sería un fracaso absoluto de la democracia gestada en 1978, tan retardataria tanto en la contabilidad de esas víctimas como en la memoria de las de la dictadura, que más de tres millones y medio de ciudadanos compartan ese criterio y que, vinculado con el mismo, estimen igualmente como "sectario" que las víctimas de la dictadura franquista no merecen memoria en el cementerio donde fueron fusiladas.
DdA, XV/4348
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