viernes, 29 de noviembre de 2019

DEL FARTÓDROMO A LA BANDERONA


Lazarillo

Leo estos días con interés y detenimiento el voluminoso libro de Paul Preston que hace una historia de la corrupción en España desde la primera Restauración hasta la de nuestros días. Si hay algo que caracteriza a los protagonistas de tan denso recorrido a lo largo de siglo y medio es la de veces que la apelación a la patria y a la bandera monárquica sirvieron para mataderos como los de Cuba, Filipinas y las guerras en el norte de África. También para el robo y las corruptelas de todo tipo por parte de nuestros gobernantes, con los jefes del Estado bien pringados en ello. 
A raíz de la cuestión catalana -también presente en buena parte de esa historia nuestra-, al nacionalismo rojigualda le ha dado un ardor patriótico proporcional con los metros de tela de la bandera española que los gobiernos municipales de la derecha (radicalizados por Vox) pretenden hacer flamear en las plazas de algunas ciudades. Oviedo es una y allí el mástil será de 25 metros (a razón de 2.000 euros el metro) y los trabajos de instalación durarán 20 días. Se desconoce hasta el ahora el tamaño y coste de la enseña.
Como Somos Oviedo denunció recientemente algunos opíparos desayunos de la alcaldía que podrían retrotraernos a los tiempos del fartódromo durante la gobernación conservadora, es de esperar que a la banderona no le corresponda una reedición de las farturas de todo tipo que hicieron de la política, en este país, lo que Preston tan documentadamente ilustra.

DdA, XV/4351

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