Alejandro Álvarez
Cinco grupos de comunicación (PRISA, VOCENTO, UNIDAD EDITORIAL,
PLANETA, MEDIASET), a los que habría que añadir la COPE y los medios
Públicos (TVE, RNE,…) controlan la inmensa mayoría de la ¿información?
que recibe la ciudadanía española. Esta concentración de los medios en
manos de unos pocos poderosos se convierte en un elemento esencial para
dirigir la democracia por el camino de sus intereses. A través de ellos,
los magnates de los mass media ejercen un control de la ¿información?
que recibimos, imponiendo lo que debe o no publicarse (hay silencios
clamorosos en el campo de los medios dominados por el pensamiento único,
como lo que sucede ahora en Chile, los accidentes laborales, la
pobreza, los miles de desahucios que siguen existiendo, etc.),
seleccionando los periodistas, etc. Este control es continuo pero se
produce con más fuerza en momentos como el actual, marcado por el tiempo
electoral, la crisis del régimen que vivimos desde hace años y los
intentos de recomposición del mismo, aspectos sobre los que, más allá de
pequeñas diferencias, todos ellos tienen un interés común: defender el
status quo, aunque sin olvidar la imperiosa necesidad de sacar
beneficios.
Hace unos seiscientos años el Arcipreste de Hita
hablaba de los dos motivos por los que, según Aristóteles, trabaja el
mundo: “por aver mantenencia” y “por aver juntamiento con fenbra
placentera”. Hoy, siguiendo el ritmo de aquella cuaderna vía, aunque
cambiando de sabio, podríamos decir sobre los medios de comunicación:
Como diz Noam Chomski, cosa es verdadera
Los medios por dos cosas trabajan: la primera
por aver beneficios; la otra cosa era
meter ideoloxía a xente sin cartera.
Como diz Noam Chomski, cosa es verdadera
Los medios por dos cosas trabajan: la primera
por aver beneficios; la otra cosa era
meter ideoloxía a xente sin cartera.
Para el incremento de los beneficios necesitan atraer espectadores,
oyentes, lectores, todos ellos convertidos en mercancía que venden a los
anunciantes, que solicitarán más anuncios y los pagarán más caros según
el nivel de “audiencia” del medio. Conseguirla prima sobre cualquier
otra consideración en los grandes medios. Nada se escatima, por tanto,
para incrementar la cuota de audiencia. Y todo se supedita a ella. “No
dejéis nunca que la verdad os prive de una buena historia”, aconsejaba
Randolf HEARST a sus periodistas hace ya muchos años. Y su consejo hizo
escuela, pues mucho más cercanas son afirmaciones como “lo que es
importante para el nuevo periodismo es que el guión funcione, y no que
se pliegue a la verdad”, que dijo Juan Luis Cebrián, o “un periódico
tiene que contentar al mayor número de gente, y no se puede hacer
justicia contentando a todos”, que dijo Oliviero Toscani, responsable de
las campañas de Benetton. Por tanto, aumentar el share es lo que
explica la continua búsqueda de relatos atractivos, los “casos”
escabrosos, la exhibición de lo morboso, la búsqueda de lo espectacular
(los debates son puro espectáculo), elementos que atraen a esa deseada
audiencia, convirtiendo la información en una mercancía que no se rige
por criterios de verdad, error o autenticidad sino por las leyes del
mercado, aunque, como veremos, unas leyes del mercado corregidas o
dirigidas por claros intereses ideológicos. Lo que importa, como
advertía RYSZARD KAPUSCINSKI, es “vender” ese producto para inflar la
cuenta de resultados. Y hacerlo para inocular una determinada visión del
mundo.
Porque los medios no tienen solo intereses económicos
sino también ideológicos. Los mass media realizan una mediación
fundamental que conforma la conciencia de los ciudadanos acerca de la
realidad política, económica o cultural, pues no sólo les da a conocer
los aspectos de la realidad que quieren que conozcan entre todo lo que
sucede en su entorno y en el mundo y sólo esos, sino también, lo cual es
más importante, condicionan la forma en que tales hechos deben ser
interpretados. Por eso, el que la gran mayoría de los medios estén
totalmente engarzados con los intereses de las grandes corporaciones
impide, como afirma Noam Chomsky, una auténtica información, pues se
establece un sistema que él denomina “propaganda”, cuyo objetivo
consiste en “inculcar la visión del mundo de quienes detentan el poder
económico y político”. Para ello no dudan en quebrar el principio de
objetividad al poner el foco, a veces impúdica y descaradamente, en
valoraciones y elecciones subjetivas, presentando como hechos lo que
pura y llanamente son percepciones y/o manipulaciones subjetivas de esos
hechos. Incluso a veces, los medios más que reproductores de la
realidad son creadores de realidades informativas, como ha sucedido en
no pocas ocasiones con Unidas Podemos, Podemos o Pablo Iglesias, o como
vimos en un telediario de la Sexta, en el que se “inventaba y
representaba” un acoso al periodista que hacía la crónica. Fabricar un
producto informativo con el fin de que “la opción y los objetivos de
quienes mandan sean la única realidad justa y necesaria”, como afirma
VIDAL BENEYTO, es una práctica más habitual de lo que sabemos o
pensamos.
Seleccionar lo que la ciudadanía puede ver, y darle un
enfoque a lo que se le muestra para favorecer los intereses de los
poderosos es un modo productivo de inocular “ideoloxía a xente sin
cartera”. Así, se la pone continuamente frente a las imágenes del
conflicto, el incendio o la violencia en Barcelona para, de una forma
indecente pero muy eficaz, dejar a los espectadores noqueados por el
miedo y la inseguridad. Luego vendrán detrás las promesas de imponer el
orden, y la ciudadanía menos crítica apoyará programas centrados en la
autoridad y se olvidará de sus problemas con la vivienda, la sanidad, la
pensión, la libertad, la falta de servicios públicos, el salario
mínimo, la precariedad, las normas laborales, etc. No funciona con todos
pero sí con una parte. Quienes tienen el “poder” saben que las campañas
hay que dirigirlas hacia aquellos que carece de un criterio asentado.
De esa forma, mientras se centran en un conflicto se olvidan de los
aspectos que les afectan directamente a su vida diaria.
Es cierto que hay algunos medios y algunos periodistas honestos, pero son los menos. Porque los medios están en manos de poderes económicos y políticos que los usas con una decidida intención de manipular la conciencia de la mayoría social para favorecer sus intereses. Y porque muchos periodistas por miedo o simplemente porque tienen asumido el sistema dominante, se convierten en propagandistas del mismo, colaborando en la conversión de los mass media en “antimediadores, intransitivos, que fabrican la no comunicación”, como dijo Baudrillard.
Es cierto que hay algunos medios y algunos periodistas honestos, pero son los menos. Porque los medios están en manos de poderes económicos y políticos que los usas con una decidida intención de manipular la conciencia de la mayoría social para favorecer sus intereses. Y porque muchos periodistas por miedo o simplemente porque tienen asumido el sistema dominante, se convierten en propagandistas del mismo, colaborando en la conversión de los mass media en “antimediadores, intransitivos, que fabrican la no comunicación”, como dijo Baudrillard.
DdA, XV/4316
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