sábado, 5 de octubre de 2019

GARCÍA CALVO EN SAN ATILANO DE ZAMORA

Que alguien de aquella querida y vecina ciudad me lo diga, que yo no lo sé, y mucho me gustaría que cuando su familia decidió dar sepultura al poeta Agustín García Calvo hace unos años, bajo su nombre llevara como único epitafio los versos que tantas veces leí y siempre lograron participarme su emoción, como ocurre con la palabra cuando es esencial en el tiempo, según escribió don Antonio Machado. Hay otros poemas de Agustín igualmente admirables, pero este Lazarillo cree que para leer a la vera de Duero al crepúsculo, cabe los ojos del Puente de Piedra, o para dar testimonio de la identidad y entidad intelectual y humana del poeta que reposa en el cementerio de San Atilano de Zamora, estos:


"Juraría que he sido feliz
una vez en la tierra.
Pero tú no lo sepas, mi alma,
pero tú no lo sepas.
No sé el día, el año tampoco
ni el siglo siquiera,
ni si fue de mañana o de tarde
o noche serena.
Pero yo juraría que un día
fue la paz de la guerra.
No sé quién estaba conmigo,
si era blanca o morena,
ni si era de amor o del solo
temblor de la yerba.
Pero yo juraría que fue
verdad verdadera.
Yo de cierto no sé si fui yo
o era otro cualquiera:
sólo que era feliz y que toda
la vida lo era.
Pero tú no lo sepas, mi alma,
pero tú no lo sepas". 

                 DdA, XV/4296                

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