Con mucho retraso y por poco más de 60.000 euros, la democracia
española se quita una muy pesada losa de encima
Félix Población
Coincidiendo con la exhumación de los restos mortales del dictador, yacentes en un sepulcro ubicado en la basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos desde el día de su enterramiento hace más de cuarenta años como una de la mayores lacras que pueden afectar a un Estado democrático intregrante de la Unión Europea, no está de más recordar la carta publicada en el diario El País el 7 de noviembre de 2.000 por Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.
Lo hizo con motivo de la primera exhumación e identificación científica de su abuelo, asesinado junto a otros doce republicanos el 16 de octubre de 1936 en la localidad berciana de Priaranza. No se pierda el lector el último de los párrafos de esa carta, en donde se hace referencia al sepulcro de Franco en el mencionado mausoleo.
Han tenido que transcurrir veinte años más de los veinticinco contabilizados entonces por el firmante para que los restos del dictador sean desalojados de la citada basílica. Quedan pendientes los del fundador de Falange Española, José Antonio Primo de Rivera, que no fue una víctima más de la guerra incivil, como afirma el Gobierno en funciones.
El fundador de Falange había sido arrestado en Madrid el 14 de marzo de 1936 acusado de posesión de armas. El 5 de junio, apenas 40 días antes del levantamiento militar, fue trasladado a la prisión de Alicante, donde permaneció recluido hasta el comienzo del juicio, el 16 de noviembre, contra él, su hermano Miguel, su cuñada Margarita Larios y varios carceleros, todos ellos acusados de rebelión militar. La Falange se caracterizó por los muchos asesinatos cometidos en la retaguardia durante la Guerra de los Tres Años.
Entre la fecha en la que Silva escribió su carta y la de hoy han pasado casi cuatro lustros y la mayor diferencia en el panorama político español es que, por aquellos días, la extrema derecha estaba muerta o subsumida en el Partido Popular. Hoy la tenemos en el Congreso y haciendo posible, además, los gobiernos de la derecha radical en varios gobiernos regionales y municipales, vivita y coleando, quizá -entre otras cosas- porque los restos del dictador han gozado de una demasiado larga e improcedente deferencia, de la que siguen gozando los huesos del general felón Queipo de Llano en la basilica de La Macarena de Sevilla, mientras miles de sus víctimas siguen enterradas sin nombre en fosas y cunetas.
Si la democracia hubiera otorgado en su día a las víctimas de la dictadura la dignidad y reparación que merecen por haberse opuesto a un régimen dictatorial aliado del nazi-fascismo, quizá tendríamos ahora una democracia más digna, en la que un partido como el que está en el Gobierno no esperase sacar rédito electoral del traslado de la momia de un dictador -con cuatro décadas de retraso- fuera de un recinto estatal pagado por todos los españoles. Es muy significativo que las preces para este segundo entierro del extinto "caudillo por la gracia de Dios" vayan a contar, por disposición de los descendientes del general, con la voz del exfalangista y prior de la basílica, último resistente a la exhumación, y la del sacerdote Tejero, hijo del teniente coronel de la Guardia Civil que quiso hacer de Pavía en el Congreso en 1981 para vergüenza de este país. La carta de Silva, titulada No muere la memoria, dice así:
"El pasado 28 de octubre tuve la triste oportunidad de recuperar los
restos de mi abuelo de una fosa que, junto a los de otros doce hombres,
fueron exhumados de una cuneta. Ahora falta que sea identificado para
que podamos enterrarlo con mi abuela, que permaneció sesenta años
silenciada por el miedo sin ser capaz de hablar con nadie de lo más
terrible y doloroso que le había ocurrido en la vida. A mi abuelo lo
fusilaron el 16 de octubre de 1936 en Priaranza del Bierzo. En aquella
zona no hubo una guerra civil. El comandante Manso conquistó aquel
territorio dos días después del golpe de Estado de Franco y allí no hubo
dos frentes ni dos ejércitos enfrentados. Mi abuelo era un defensor de
la escuela pública y por eso le segaron la vida. Después ha tenido que
pasar 64 años oculto en lo más oscuro de la historia reciente de este
país.
El
pasado 1 de noviembre, por la noche, bajaba con mi familia del puerto
de Navacerrada, camino de Madrid. De pronto, al salir de una curva, vi
la cruz del Valle de los Caídos totalmente iluminada, como cualquier
otro monumento de "valor histórico y artístico".
Las víctimas del franquismo supieron ser generosas y frenar sus
demandas en la transición para permitir la buena marcha del proceso
político hacia la democracia. Pero cuando van a cumplirse 25 años de la
muerte de Franco, los restos de miles de españoles que lucharon por la
democracia siguen abandonados en cunetas y montes. Mientras el mausoleo
de un dictador se ilumina (¿puede que con mis impuestos?), los que
soñaron y trabajaron por unas libertades públicas y unos derechos
sociales universales de los que ahora disfrutamos continúan en el
olvido, sin una Administración que ayude a sus familias a recuperar sus
restos y a identificarlos para que puedan enterrarlos con dignidad.
Mientras las democracias europeas posteriores a una dictadura han
sido responsables y han hecho todos los esfuerzos posibles por solventar
las atrocidades del totalitarismo, aquí se considera que callar es
olvidar".
PS. Ahora que Franco va a dejar de ser objeto de culto en la
Basílica del Valle, merece la pena no olvidar las raíces del sistema,
una de ellas, la represión económica, como documenta Julio Prada en el
artículo al que pertenece la ilustración.
https://conversacionsobrehistoria.info/…/la-represion-econ…/
https://conversacionsobrehistoria.info/…/la-represion-econ…/
DdA, XV/4314
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