martes, 15 de octubre de 2019

AHORA SĪ LO SON: LOS PRESOS POLÍTICOS CATALANES


Félix Población

La cuestión catalana -utilizo la misma expresión que se usaba en la segunda República- se ha complicado aún más con la draconiana sentencia del Tribunal Supremo. Es como si desde esa alta institución fuera su propósito, con las altas penas impuestas, dar la razón a los partidos independentistas catalanes y a los más cerriles de sus líderes, capaces de engañar con una independencia de cartón piedra a quienes les votan. 

La sentencia del procés acaba de dar la razón a los cabecillas de esa farsa, cuyo montaje debería abochornarles: ahora sí son presos políticos los que de modo tan draconiano han sido condenados por el Supremo. Hemos avanzado, por lo tanto, un paso más en las dificultades que la cuestión catalana comportaba para ser resuelta políticamente, tal como debe ocurrir en un país democrático. 

El término draconiano debe su origen a Draco, un legislador ateniense del siglo VIII a.C. , encargado de redactar un código penal en el que se castigaba casi todo los delitos, hasta lo más leves, con la pena de muerte, hasta el punto de asegurar que sus leyes no estaban escritas con tinta sino con sangre

Ese mismo término es el que utiliza uno de los rotativos de más prestigio en Europa, el diario The Guardian, al considerar en su editorial las condenas contra los líderes del procés no solo como draconianas sino como una vergüenza para España, que bien se podría unir a la vergüenza por las impuestas por el intento de golpe de Estado de 1981 -con unas penas en algun caso indultadas y otras comparativamente menores por la entidad del delito- o a la del juicio por el aceite de colza envenenado que mató a más de 3.000 personas.


En su editorial, el periódico británico califica de presos políticos, ahora, a los presos catalanes y advierte que Cataluña y Escocia son el hogar de los dos movimientos independentistas  más desarrollados de Europa, si bien han adoptado estrategias separatistas diferentes. El texto concluye con la necesidad de que tanto Madrid como Bruselas resuelvan la situación lo antes posible. Y también deja claro que tanto Escocia como el Reino Unido deben comprometerse a no seguir el camino llevado a cabo en España. 

Nuestro mal ejemplo debe quedar en casa, con la vergüenza que comporta mirar atrás y advertir que los casos que nos llenan de vergüenza se repiten.

PS. ¡Ojo a este párrafo que puede traer cola!: Un castigo de sedición para la protesta pacífica colisionaría con un derecho penal de base constitucional y democrática, por lo que debe quedar reservado para los supuestos previstos en el artículo 21-2 de la Constitución de peligro para personas o bienes. Léase artículo Joaquim Bosch: Sedición: ¿se estaban alzando quienes protestaban sentados?

Leáse@también: La rebelión que nunca existió y la sedicion como plan B de la sentencia.


              DdA, XV/4306          

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