Lazarillo
Llevo días asistiendo perplejo a la exclusividad informativa con la que está contando el independentismo vándalo para ampliar la repercusión mediática de sus protestas violentas en algunas ciudades de Cataluña, preferentemente en Barcelona. Canales de televisión públicos y privados han decidido mantener sus cámaras abiertas de modo indefinido para mostrarnos punto por punto el desarrollo de las algaradas. Ayer, sin ir más lejos, pudimos ver en un programa verpertino de Cuatro la grotesca comunicación con el plató que mantenía una joven periodista, ataviada de casco y ubicada entre los vándalos estelados y el cordón policial. La reportera se empeñaba en mostrarnos el peligro que corría por deberse a su celo profesional, mientras un energúmeno, cubierto con pasamontañas y estelada a modo de mandil, chocaba la mano con un colega de algarada y hacía estiramientos ostensibles como si lo suyo fuera una disciplina deportiva. Como nadie hasta ahora se ha atrevido al parecer a criticar este tipo de retransmisiones intensivas que al parecer incrementan los índices de audiencia, me sirvo del único comentario que lo hace, suscrito por Carlos Bardem en su cuenta de Twitter, esperando que no se cumpla su diagnóstico: "El marketing de la violencia en las televisiones,
en todas, la publicidad desvergonzada del Apocalipsis y el miedo al
servicio de la deriva autoritaria que consagrará el 10-N. Olvidémonos de
cualquier política social, de la defensa de derechos. Todo serán
banderas y odio".
PS. ¿Alguien recuerda retransmisiones similares de la kale borroka en el País Vasco? ¿Se pretende acaso hacer creer que lo de Cataluña es un problema de orden público?
PS. ¿Alguien recuerda retransmisiones similares de la kale borroka en el País Vasco? ¿Se pretende acaso hacer creer que lo de Cataluña es un problema de orden público?
Léase@también: La p0rnografía de los disturbios, en La Marea.
ESTAS SON LAS IMÁGENES CONSTRUCTIVAS
Busquen a esos dos ciudadanos, por favor,
y demos voz a la razón de la vida: convivir.
DdA, XV/4311
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