SIRIO ENTRAÑADO

Lazarillo

Quienes los conocen y estiman lo saben. Nos busques la caricia ni el arrobo del gato. Limítate a ser receptivo a sus imprevisibles acometidas afectuosas, sobre todo si, como es el caso, la tarde se ha metido en lluvia y el otoño alienta al otro lado de la ventana. Contadas veces Sirio interrumpe el tiempo de lectura de este Lazarillo, sabedor de que entre las páginas y la mirada del lector conviene no inmiscuirse con excesiva frecuencia, máxime cuando no lo aconseja la atención de quien lee, lapicero mediante. No ha sido el caso en la ocasión de la que se deja estampa. El libro ha quedado en un segundo plano, sobre la mecedora, y el mando a distancia del vídeo aparece un tanto abandonado sobre el sofá, después de una amodorrada sesión documental. Sirio brinca en el momento oportuno y se acomoda sobre el mullido vientre del humano, que se apresta a ese espontáneo acogimiento con el abrazo de la mano, descansada sobre el cuerpo del felino. Lo que la imagen sugiera queda a juicio del respetable, pero a los dos protagonistas les sienta bien saberse mutuamente afables y entrañados.

EL ROTO DEL DÍA DE LA FECHA

                       DdA, XV/4277