viernes, 27 de septiembre de 2019

MAESTRAS EN LA CUNETAS: ENGRACIA DEL RÍO, QUE LO FUE DE FERMOSELLE

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Eran los primeros días del curso escolar y Doña Engracia tendría que haber estado al frente de la clase de párvulos en las recientemente inauguradas escuelas nuevas de Fermoselle, pero el 26 de agosto de ese año, el gobernador civil de Zamora había proclamado la orden por la que quedaba cesada de su puesto, junto a otros 127 maestros de la provincia. 

Engracia había nacido en Aspariegos el 1 de Abril de 1909, era la mayor de los cuatro hijos, tres mujeres y un varón, de Patricio Del Río y Encarnacion De la Vega. Era una muchacha despierta, alegre, aplicada y que nunca perdió de vista su objetivo de ser maestra. Con ese fin, estudio la carrera de Magisterio en la escuela Normal de Zamora y en 1932 aprobó las oposiciones para ejercer la profesión.
Desde muy joven mostró tener inquietudes políticas, de ahí su militancia en la Asociación Profesional de Estudiantes Zamoranos (APEZ-FUE) - y en las gestiones para constituir en la provincia la Federación de Trabajadores de la Enseñanza (FETE-UGT). En mayo de 1933 participó como vicepresidenta y coordinadora en la Universidad Popular de Zamora.
Tras una estancia en Argentina, lugar de residencia de sus tíos y primos, obtuvo destino como maestra en Fermoselle, donde impartió enseñanza durante los cursos 1934-35 y 1935-36. En Fermoselle todavía hay gente que recuerda a Doña Engracia con cariño, otros con respeto, a pesar de que había sido “una roja, comunista y no ir a misa”. Recuerdan que llegó a Fermoselle de luto, con una de sus hermanas, pues su padre o madre había muerto recientemente. Era bajita, regordeta y de tez oscura. Se alojaba con una familia conocida como Las Seberianas, que vivían en la plazuela de Santa Colomba, no lejos de la escuela. Además de ser muy buena maestra, se preocupaba de quitarle a los niños “el hambre y los piojos”. Cuentan que al principio del curso escolar y estando el aula repleta de niños, y sin asientos para todos, ella revolvió la escuela hasta encontrar sillas adecuados para todos.
Conocida por haber participado en los enfrentamientos que desde 1933 se habían producido en Zamora, entre jóvenes comunistas y falangistas, Engracia apareció en un lugar destacado de las listas negras de los sublevados, y tras el golpe de estado de julio de 1936 cayó sobre ella todo el peso de la represión franquista. Fue detenida y trasladada a la prisión provincial, donde sufrió toda clase de abusos y vejaciones y de donde fue sacada por falangistas que la asesinaron el 27 de septiembre de 1936, junto a Graciliana Calvo. Tenía 27 años. Con ellas se iniciaban las sacas de mujeres de la prisión provincial. Dos días después, fueron asesinadas María Salgado y Carmen Iglesias, a las que en los meses siguientes seguirían otras muchas.
La enterraron en una sepultura del cuartel de San Clemente del cementerio de Zamora, junto a Graciliana Calvo (26 años), María Salgado (23) y Carmen Iglesias (17). Años más tarde, los restos pasaron al osario del cementerio de Zamora, donde cada año se le hace una ofrenda floral el 14 de abril. Su certificado de defunción no especifica la causa de su muerte.
Póstumamente Engracia fue sometida a procedimientos de Incautación de Bienes y de Responsabilidades Políticas y a un expediente de depuración. Los informes en su contra estaban firmados por el párroco, el comandante de la Guardia Civil y vecinos de derechas de Fermoselle. En ellos no sólo se cuestionaron sus ideas políticas sino también su “conducta particular muy censurable”, por lo que en 1940 se resolvió con la orden de separarla definitivamente de la enseñanza.
Esta "conducta censurable" era una referencia a la relación sentimental que mantenía con un médico del pueblo, Don Tomás Rodríguez Moreno, con el que compartía alineación política. Este médico era natural de Salamanca, en cuya Universidad se licenció en 1931, en noviembre de ese mismo año comenzó a ejercer como interino en Fermoselle y en abril de 1932 consiguió la plaza en propiedad. Fue destituido por el Ayuntamiento tras ausentarse por razones de supervivencia, en septiembre de 1936.
Las maestras represaliadas representaban el modelo de mujer moderna, autónoma y comprometida, que participó activamente en asociaciones, partidos políticos y sindicatos. Es decir, todo lo contrario a la mujer sumisa y nacional-católica que quería la Iglesia. Engracia era el prototipo de esta clase de mujer independiente y cosmopolita.
Los maestros fusilados habían defendido la escuela popular y laica, inspirada en la Institución Libre de Enseñanza. Habían luchado contra el analfabetismo, que en algunas zonas rurales alcanzaba al 90 por ciento de la población. Dieron clases nocturnas para combatir el absentismo escolar de los niños que tenían que ayudar en casa Y formaron parte de las Misiones Pedagógicas, organizadas por el Ministerio de Instrucción Pública, para llevar la cultura a los pueblos, que vieron, por primera vez, una obra de teatro, un recital de poesía o una función de cine.
El franquismo diezmó el magisterio dejando la educación en manos de profesores y maestros mal preparados y provocando "el aislamiento internacional de la docencia y la investigación". Eran los tiempos en los que se hizo tristemente célebre la máxima: "La letra con sangre entra".

DdA, XV/4289

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