viernes, 6 de septiembre de 2019

LOS GALLOS DEL MUNDO ESTÁN EN SU DERECHO DE QUEBRAR ALBORES



El gallo 'Maurice', centro de una batalla jurídica que ha enfrentado el mundo rural y el urbano.
El gallo 'Maurice', centro de una batalla jurídica que ha enfrentado 
el mundo rural y el urbano. AFP

Félix Población
Escribíamos en este mismo diario en el mes de mayo de este año: "Nel Cañedo se dedica a elaborar en la localidad que lo nombra uno de los grandes queso asturianos, el Gamonéu, de obligada degustación previa adquisición sin fraude, en una majada que lleva por nombre Soñín. Cañedo se acaba de hacer muy popular gracias a su sentido común, la forma de expresarlo y el contenido de su mensaje en vídeo a modo de réplica a la noticia publicada en el diario La Nueva España sobre un hotel rural en la localidad asturiana de Soto de Cangas. 

Indispensable escucharlo. Él lo cuenta así: "Al lado de su hotelito rural [en referencia al propietario del mismo que denunció la circunstancia] había un gallinero con unos gallos. Y claro, los gallos cantan. Kikiriki, kikiriki. Son el despertador de la naturaleza. Y a los inquilinos del hotelito rural les molestaba el canto de los gallos porque cantaban a horas intempestivas. ¿Horas intempestivas qué horas son, majos? Porque una hora intempestiva para mí son las tres de la mañana, cuando los inquilinos de la casa rural están en el jardincito chunda-chunda... Que un pollo cante a las seis es lo normal. ¿Para qué venís a un pueblo a hacer turismo rural?".

Es lo que comenta Nel, licenciado en Historia, indignado también con la noticia publicada en el diario La Nueva España porque cree, y la naturaleza lo asiste, que un juez no debería obligar a cerrar un gallinero porque haya gallos en el corral, dado que lo normal es que haya gallos en los pueblos. El pastor de Gamoneu no deja sin la correspondiente admonición al propietario del hotel rural: "Tú tienes un hotel rural. Lo rural, en contraposición con lo urbano, tiene unas características determinadas. Y entre ellas, que en los pueblos hay gallos, y vacas. Y lo normal es que los gallos canten, las vacas caguen y los tractores hagan ruido. Lo que tienes que hacer es invertir y poner ventanas aislantes, y entonces no habrá problemas con el ruido".

He transcrito las palabras de Nel en castellano, pero hay un detalle que no les pasará inadvertido a los que escuchan el vídeo y por lo que posiblemente se ha hecho viral: Lo que da fuerza, acento y singularidad a lo que el pastor comenta es la forma en que lo hace, utilizando expresiones propias del asturiano que refuerzan la idiosincrasia e indignación  de su mensaje, hasta el punto de que éste no sería el mismo sin el uso de esas expresiones, ni tampoco habría tenido tanta circulación por las redes.

En cuanto a la defensa del pastor del canto y libre albedrío canoro de los gallos en la naturaleza campesina, nada que objetar: Así ha sido y es desde que el campo es nuestra despensa, según leemos en el anónimo Cantar de Mio Cid, cuando el protagonista llega al convento de San Pedro de Cardeña, en donde está doña Jimena:

Apriesa cantan los gallos e quieren quebrar albores
Cuando llego a san Pero el buen Campeador
El Abad don Sancho cristiano del Criador
rezaba los matines a vuelta de los albores
Y estaba doña Ximena con cinco dueñas de pro
rogando a san Pero e al Criador  
Tu que a todos guias vala mio Çid el Campeador.
 
Estoy deseando subir a conocer a Nel Cañedo Saavedra cuando vuelva por Asturias porque, con esa filosofía y ese talante, es muy posible que su queso gamonéu sea de toda confianza. 
Hoy (6 de septiembre) leemos lo que sigue en el diario El País: 

"El gallo Maurice puede cantar victoria. Todo lo fuerte que quiera. A la hora que le dé la gana. Un juez ha rechazado este jueves la demanda de unos vecinos de la turística isla francesa de Oléron que acusaban al animal de despertarlos al alba con su canto matutino. El caso, que quedó listo para sentencia en julio y había generado una gran expectación en Francia y buena parte del mundo, se ha convertido en un símbolo del choque entre el mundo rural tradicional y los visitantes ocasionales urbanos que dicen acudir al campo para buscar la paz de la naturaleza, pero que en ocasiones no soportan los ruidos de los animales.
“No tengo palabras. Ganamos. Es una victoria para toda la gente en mi misma situación. Espero que sirva de jurisprudencia”, dijo la dueña del gallo, Corinne Fesseau, a la agencia France Presse al salir del tribunal. Maurice no la acompañaba, como tampoco lo hizo el día del juicio, el 4 de julio. Sí se plantaron entonces en la sala del tribunal Attila, Jean-René y Casanova, otros gallos que, junto con sus dueños, quisieron manifestar su solidaridad con un caso que va más allá del canto de una solitaria ave en una isla: en España, esta primavera, se convirtió en viral el vídeo de un ganadero asturiano que criticaba el cierre de un gallinero porque a los “inquilinos de un hotelito rural” cercano les “molestaba el despertador de la naturaleza (…) porque los pitos cantaban a horas intempestivas”. Finalmente, se supo que el gallinero había sido cerrado por falta de licencia. Pero el caso se convirtió en otro símbolo de ese choque entre la ciudad y el campo".

                          DdA, XV/4269                        

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